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Miguel San Martin pasó de una niñez en el campo argentino a aterrizajes en Marte

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Miguel San Martín posa junto a una réplica del robot denominado El Laboratorio de Ciencias Marciano (MSL), conocido como "Curiosity" en la base de JPL NASA en Pasadena, California. EFE
Miguel San Martín posa junto a una réplica del robot denominado El Laboratorio de Ciencias Marciano (MSL), conocido como «Curiosity» en la base de JPL NASA en Pasadena, California. EFE

Los Ángeles (EE.UU.), 6 oct (EFE).- La imaginación aeroespacial de Miguel San Martin despertó en su rancho argentino cuando supo de naves espaciales en misiones a la Luna y Marte que lo llevaron a estudiar Ingeniería y ser hoy un especialista de la NASA en navegación y descenso de robots en el planeta rojo.

«Fui uno de los participantes que desarrolló este nuevo método de aterrizar un vehículo en Marte», dijo a Efe este graduado de una Maestría de Aeronáutica e Ingeniería Astronáutica del prestigioso Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), en Estados Unidos.
San Martin es el jefe de ingeniería en sistemas para «guiar y controlar naves» del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) en Pasadena (California- EE.UU.), un procedimiento inédito en la NASA.
«El sistema consiste en un sistema de propulsión y unas sogas que mantienen el vehículo robótico ‘Curiosity’ como si fuera una grúa terrestre», explicó el argentino, de 56 años.
El Laboratorio de Ciencias Marciano (MSL), denominado «Curiosity», es un robot que aterrizó en el planeta rojo en agosto de 2012 con la misión de encontrar vida microbiana y agua, entre otros objetivos.
Para descender este robot de casi de una tonelada de peso, del tamaño de un pequeño vehículo, tuvieron que innovar pues «en vez de ser un helicóptero arriba (que sostenga con sogas el descenso del robot) tenemos motores con cohetes (adheridos a una plataforma)», describió el experto.
San Martin, quien nació en la sureña provincia de Río Negro, expresó que «fue un sueño realizado» haber llegado en 1985 al JPL de la NASA, institución que confirmó la semana pasada la existencia de riachuelos de agua líquida en Marte.
«Yo había seguido los pasos de la nave ‘Viking’, la primera en llegar exitosamente a Marte (1976)», rememoró el latino, quien además tiene grabado el impacto que provocó en su niñez el proyecto Apolo 11, a través del cual los astronautas Neil Armstrong y Buzz Aldrin caminaron sobre la Luna en julio de 1969.
El ingeniero ya había participado en la misión «Pathfinder» a Marte, en la que el vehículo «Sojourner» aterrizó en julio de 1997 dentro de bolsas de aire «que rebotaron sin control hasta detenerse y desinflarse».
«Basado en esa experiencia me contrataron para hacer el ‘Spirit’ y ‘Opportunity'», rememoró sobre los otros robots marcianos descendidos también con esferas infladas.
El robot marciano más reciente en que trabajó San Martín es el «Curiosity», acerca del cual el especialista recordó que la idea para aterrizar con suavidad el aparato con una grúa con sogas (Skycrane), surgió en pláticas casuales bebiendo café con colegas.
El ingeniero ha participado en todos los vehículos robóticos que hoy se encuentran en la superficie de Marte y es además el creador de algoritmos para programar las computadoras de las naves espaciales, lo cual confiesa, lo hace mientras escucha jazz y tangos.
«Mi rol siempre ha sido similar, el aspecto de guiado, navegación y control del vehículo en su viaje a Marte y después en su descenso», señaló San Martin, quien se graduó de Ingeniería Eléctrica en la Universidad de Syracuse, en Nueva York.
«Desde pequeño a mí los juguetes que me gustaban debían tener movimiento y baterías», recordó San Martín, para quien sus héroes eran inventores como Thomas Edison, creador del bombillo eléctrico, o Wernher von Braun, ingeniero de cohetes.
«Mi padre también fue inspiración porque tenía mucha paciencia para explicarme cómo funcionaban las cosas, es ingeniero civil, y él me alentó a venirme a estudiar a Estados Unidos», recordó San Martin.
El especialista sugiere a los estudiantes que desde la secundaria orienten sus objetivos académicos hacia las carreras de ingeniería, porque hay empleo en esos campos.
«En NASA necesitamos más hispanos y aquí no importa el acento que uno tiene si uno hace bien su trabajo», concluyó.

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