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Las mujeres de los Andes de Perú se unen contra la violencia machista

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Fotografía del 29 de noviembre del 2016 de una pobladora de la ciudad andina de Acobamba en la región de Huancavelica (Perú). EFE
Fotografía del 29 de noviembre del 2016 de una pobladora de la ciudad andina de Acobamba en la región de Huancavelica (Perú). EFE

Entre las montañas más aisladas y pobres de los Andes del Perú, un grupo de mujeres decididas a defender sus derechos recorre pueblos y caseríos para combatir la violencia machista y participar en la vida política de una sociedad agraria que siempre tuvo a la mujer subyugada al hombre.
La Organización de Mujeres de la Mancomunidad Qapaq Ñan tiene 45 miembros que desde 2011 identifican casos de violencia, apoyan a las víctimas y promueven la equidad de género en los remotos municipios de Acobamba, Pomacocha, Caja y Marcas, en la región Huancavelica, situada en el centro de Perú, contó a Efe su presidenta, Ada Vargas.
A pesar de sus limitados recursos, estas mujeres se han propuesto romper los moldes sociales de una zona agrícola y tradicionalmente patriarcal, anclada a más de 3.000 metros de altitud, accesible solo a través de tortuosas carreteras, y donde la mayoría de mujeres se limita a apoyar al hombre en el campo, cocinar y criar a los hijos.
«No es fácil. A veces visitamos las casas y está el esposo. Hace dos años un marido nos agredió. Por eso siempre vamos a las casas en pareja», indicó Vargas.
«La mujer violentada a veces no dice nada, pero nos enteramos por el vecino o un familiar, y buscamos estrategias para acercarnos a ella y conversar. Otras veces ocurre que denuncian pero luego se retiran por múltiples motivos», añadió.
La Organización de Mujeres trata de poner en práctica los conocimientos y conceptos transmitidos por la ONG Manuela Ramos, en un proyecto que fue parte de la primera Alianza Público Privada para el Desarrollo (APPD) de la cooperación española, realizada en la provincia de Acobamba con una inversión de 8 millones de euros.
Gracias a su prolongado trabajo, Vargas afirmó que las denuncias han aumentado porque «ahora saben dónde ir a denunciar y la mujer maltratada ya no se siente sola».
«Muchos regidores municipales nos dicen que nuestro trabajo ha hecho que la violencia aumente en lugar de que disminuya, pero lo que en realidad ocurre es que hemos hecho que los casos de violencia se visibilicen», comentó Vargas.
«Este año está resultando excepcional porque ya tenemos cuatro casos de violaciones en escuelas, dos en secundaria y otros dos en primaria», agregó.
El colectivo encabezado por Vargas deriva los casos que encuentra al Centro de Emergencia de Mujer (CEM) del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) y también realiza un seguimiento en hospitales y en la comisaría de la Policía Nacional del Perú (PNP), donde lograron habilitar un espacio para atender a las víctimas.
También participan en sesiones de los concejos municipales para promover normas en favor de la equidad de género, lo que provocó que muchas autoridades las vean como «problemáticas y rebeldes», y que en un inicio fueran objeto de discriminación por hablar quechua y vestir indumentaria tradicional, según Vargas.
«Sé que hemos avanzado, pero continúa el machismo y la desigualdad. Hay que capacitarnos y tener un enfoque de desarrollo humano porque es la única forma de cambiar la vida de nuestras mujeres», sentenció.
Jessica Rojas, integrante de la Organización de Mujeres en Choclococha, un caserío de Pomacocha, relató a Efe que enseña a las víctimas a tejer y hacer artesanías para que tengan un ingreso propio y no dependan económicamente del hombre.
«Nos sentamos, tejemos y hablamos de nuestros derechos. Cuando no conocíamos nuestros derechos, no podíamos separarnos porque dependíamos económicamente del varón, por más que nos maltratara», dijo Rocas, madre separada de tres hijos a los que aseguró educar «a ser independientes y compartir los quehaceres de la casa».
Rojas indicó que todavía hay hombres que tildan a la Organización de «feministas» con tono despectivo y acusan a la ONG Manuela Ramos de hacer que las mujeres «se sobrepasen».
«No entienden. Nosotros no buscamos eso. Buscamos una igualdad de género, y que el varón y la mujer estén al mismo nivel, con las mismas oportunidades y deberes», concluyó la mujer sobre su intento de cambiar la realidad de un país donde 108 mujeres murieron por violencia machista entre enero y octubre de este año.

Fernando Gimeno
Acobamba (Perú), 1 dic (EFE).-

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