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Aprender a amar

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Aprender a amar
Aprender a amar

Como consejero matrimonial (esto debido a mi rango religioso) he tratado con personas que me dicen que ya no están enamoradas de su pareja. Que sienten aburrimiento al estar con el cónyuge o que desean “no llegar a casa” a enfrentar “la fiera”.

La primera etapa de la relación de pareja, según los expertos, se denomina la etapa del enamoramiento. Es el tiempo de la “química”. Pero desafortunadamente esta etapa se acaba, tiene un fin. Los psicólogos dicen que en algunos casos puede durar entre uno y tres años. Cada caso es diferente, esa es la media. Finalmente la química disminuye, y si era solamente esto lo que mantenía la relación entonces viene la separación.

Es aquí donde entra en acción el verdadero amor. Leamos con atención la siguiente sentencia: “Pero Yo les digo: amen a sus enemigos” Estas son palabras del Señor Jesucristo. Mi pregunta es: ¿Mi enemigo hace algo que merezca mi amor? ¿Trata él de “ganarse” mi amor? ¡No! Entonces, ¿de dónde voy a sacar fuerzas, o sentimientos, para amarlo? ¿Merece mi amor?

Esto nos lleva a concluir que “amar” no es, ni puede ser, un sentimiento. ¡Amar es una decisión! Y si es una decisión, esta debe entrar en acción cuando comience a decaer la etapa del enamoramiento, la fase química. Pero ¿cómo puedo tomar esa decisión de amar? ¿qué pasos debo seguir?

Busquemos en nuestro cónyuge los enfoques similares. Abordemos el vehículo de la comunicación y aprendamos a expresar sentimientos. Quizás esta es la etapa más difícil, puesto que en el momento químico, la verdad sea dicha, no nos hemos abierto completamente al otro y esa es la razón por la cual muchos matrimonios se van al traste. No nos digamos mentiras, pero en la primera etapa casi todos usamos una máscara, que generalmente es mostrar al otro el rostro que quiere ver, la persona que quiere ver. Erich Fromm habla sobre el arte de amar y su punto central está la comunicación.

Las parejas que terminan en separación, casi siempre, han dedicado el tiempo al trabajo y a conseguir cosas materiales, pero se han dedicado poco tiempo para profundizar su relación. La etapa hormonal debe dar paso a la etapa de la madurez. Sí señor, se necesita madurez para decidir amar al cónyuge que ya no es ni sombra del que nos enamoramos. Esa mujer 90-60-90 y piel tersa dejó de serlo pues el (o los) embarazo “dañó” ese cuerpo torneado. Ahora, al levantarse, se le notan las “ojeras”, y es que el niño no la dejó dormir. El galán con cuerpo de Mr. Atlas, ahora es un “barrigón” (o un flacuchento) pues la responsabilidad de sostener a la familia no le permite, ni le da tiempo, de ir a embellecerse al gimnasio.

El arte de amar es eso “un arte”. Requiere cuidado, atención, inspiración, respeto, reconocimiento, innovación, originalidad, en fin, todo lo que se requiere de un artista.

Si el amor inicia con un impulso hormonal, debe continuar con una decisión. Amar a nuestra pareja es una decisión personal que requiere compromiso y lealtad. En Brazil hicieron una encuesta hace unos años y lo que más deseaban hombres y mujeres era lealtad y respeto.

 Respetar la individualidad implica aceptar al otro tal cual es. No pretendamos que nuestro cónyuge sea nuestra imagen reflejada en el espejo. Eso es imposible (Además de ser enfermizo e inaudito). Roberto Carlos, el cantautor brasileño, explicaba que cuando iban a escribir la letra de una de sus mejores canciones, él y Erasmo Carlos (su co-autor de siempre) empezaron a buscar la definición de amor. Buscaron en la poesía, en la religión, en la filosofía y finalmente encontraron lo que querían en la geometría. ¿En la geometría, la definición de amor? Ha escuchado alguna vez la canción “cóncavo y convexo” esa canción, según el mismo Roberto Carlos es la mejor definición del amor. Pensemos: El cóncavo se complementa con el convexo. No son iguales, por el contrario, son completamente diferentes. Así es nuestra relación con nuestro cónyuge. Somos diferentes pero debemos buscar complementarnos.

Amar es dar. “De tal manera amó Dios al mundo que DIO a su hijo” Amar es una tarea de todos los días. Si lo hacemos así, nos volveremos artistas en el arte de amar. Demos lo mejor que tenemos. Demos tiempo de calidad a nuestro cónyuge. Demos el mejor placer sexual al otro. Demos la mejor calidad de vida. Amar es dar con generosidad no por necesidad.

Amar es entregar una parte de nuestra vida al otro. Es ceder, conceder, armonizar. La decisión de amar sale de una persona madura que no vive de las hormonas sino de la razón, del equilibrio emocional, de la capacidad de dar para beneficiar a otros, especialmente cuando en nuestro hogar existen los frutos de ese amor, nuestros hijos.

Amar requiere experiencia, talento, decisión, respeto, entrega, altruismo, abnegación, constancia y tolerancia. Cuando decidimos amar estamos mostrando nuestro grado de madurez. Tener un título universitario, un doctorado, dinero, fama o cualquier otra cosa no nos hace personas maduras. Lo que nos hace maduros son nuestras decisiones. Le invito a que hoy tome la decisión de amar.

por: Víctor Manuel Buitrago

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