El presidente ruso, Vladímir Putin, anunció en medio de los combates en Ucrania, una ambiciosa doctrina naval que ve a EE. UU. como la mayor amenaza para el Kremlin y propone a Rusia como una gran potencia marítima con líneas rojas en el Ártico y los mares Negro y Báltico.
“Los intereses nacionales de Rusia como gran potencia marítima se extienden a todos los océanos y al mar Caspio”, señala el documento firmado por Putin en la Fortaleza de Pedro y Pablo de San Petersburgo con ocasión del Día de la Armada.
Como ocurriera en 2015, tras el deterioro de las relaciones con Occidente por la anexión un año antes de la península ucraniana de Crimea, Putin aprobó por decreto una nueva doctrina naval que tiene en cuenta los dramáticos cambios geopolíticos causados por la campaña militar rusa en Ucrania.
Anunció planes de crear bases navales y centros de abastecimiento desde el Mediterráneo oriental a la región de Asia-Pacífico, el océano Índico y el Golfo Pérsico, empeño que se verá apoyado por la construcción de portaaviones.
En cuanto al Mediterráneo, además de garantizar su presencia permanente en el puerto de Tartus, en Siria, Moscú quiere abrir centros de mantenimiento naval en territorio de otros países de la región, incluido África y Oriente Medio.
Putin, que anunció en 2018 un programa de rearme sin precedentes con armamento hipersónico, adelantó que “en los próximos meses” la Armada recibirá los nuevos misiles de crucero hipersónicos “Tsirkon”, que destacó “no tienen análogos en el mundo”, ya que su capacidad es prácticamente ilimitada.
La fragata “Almirante Gorshkov” ha sido la elegida para portar dicho armamento y su mar de destino se determinará dependiendo de la seguridad de Rusia, explicó.
Mientras, ante el recrudecimiento de los combates en el Donbás, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, pidió a los residentes en la zona controlada por Kiev en la región de Donetsk a que abandonen el territorio.