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Un documental descubre a un soldado estadounidense perdido 44 años en Vietnam

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La silueta de varios visitantes al Monumento a los Veteranos de Vietnam se reflejan en su superficie, en donde más de 58.000 nombres de desaparecidos y muertos en acción están inscritos, en Washington (EE.UU.). EFE/Archivo

Durante 44 años, Estados Unidos creyó que el sargento del ejército John Harley Robertson había muerto en 1968 en una acción sobre Laos, pero ahora el documental «Unclaimed», que se estrenó en el festival Hot Docs, ha revelado que Robertson ha vivido todo este tiempo olvidado en Vietnam.

Robertson, que tiene ahora 76 años, fue un soldado de la unidad de Green Berets, fuerzas especiales del ejército, casado y con dos hijas, cuyo helicóptero fue derribado por la guerrilla vietnamita el 20 de mayo de 1968 mientras realizaba una misión secreta sobre Laos.
El ejército estadounidense, que libraba una guerra en Laos contra las líneas de aprovisionamiento del vietcong (la guerrilla survietnamita), fue incapaz de lanzar una misión de búsqueda de supervivientes. Robertson fue declarado desaparecido en acción y finalmente, en 1976, oficialmente dado por fallecido en combate.
Su nombre es uno de los más de 60.000 inscritos en el monumento de Washington que rinde tributo a los soldados estadounidenses muertos en la guerra de Vietnam.
Pero según el director canadiense Michael Jorgensen, que realizó en la noche del martes el estreno mundial de «Unclaimed» en Toronto, Robertson no murió en el ataque a su helicóptero, sino que durante los últimos 44 años ha vivido sin casi memoria de su pasado y olvidado por Estados Unidos en una remota área rural de Vietnam.
Según el documental, tras sobrevivir malherido al ataque, Robertson fue capturado por guerrilleros vietnamitas que le acusaron de ser un espía de la CIA y torturaron sistemáticamente durante cuatro años.
«Me encerraron, en lo alto de la selva, en una jaula. La tortura y el hambre hacían que perdiese la conciencia regularmente. El soldado norvietnamita me golpeaba en la cabeza con un palo, gritando ‘americano’. Y me golpeaba otra vez más fuerte. Pensé que moriría. Nunca dije nada a pesar de la tortura», dice Robertson en el film.
A pesar de meses de cautiverio y maltratos, que le dejaron en una condición física y mental crítica, Robertson escapó. Durante un tiempo se escondió en la selva hasta que fue descubierto por la viuda de un soldado survietnamita leal al Gobierno apoyado por Estados Unidos.
La mujer, enfermera de profesión, le protegió y cuidó. Robertson asumió la identidad de su marido fallecido, Dan Tan Ngoc, se declaró vietnamita de origen francés y tuvo cuatro hijos con su nueva esposa.
Según el director del film, Robertson siente «una increíble lealtad» a la mujer que le salvó de una muerte segura.
Durante décadas, Robertson vivió la vida de un campesino vietnamita hasta que en 2008, Tom Faunce, un veterano estadounidense dedicado a buscar a los centenares de soldados estadounidenses desaparecidos durante la guerra de Vietnam, le localizó.
Para entonces, Robertson mostraba los primeros rastros de demencia y había olvidado incluso a hablar inglés.
«Es el síndrome del segundo lenguaje» explica el psicólogo de la Universidad de Alberta (Canadá) Martin Mrazik, entrevistado en el documental por Jorgensen, y para quien Robertson olvidó el inglés porque era «lo único que tenía sentido en el mundo que le rodeaba».
Tras entrevistar a Robertson, Faunce estuvo seguro que el campesino vietnamita era en realidad el soldado de las fuerzas especiales estadounidenses, olvidado durante toda una vida por todos en el interior de Vietnam.
Faunce convenció a Jorgensen y los dos empezaron a investigar la historia de Robertson. Uno de los soldados que conoció a Robertson, Ed Mahoney, viajó con Faunce y Jorgenson a Vietnam y reconoció inmediatamente a su antiguo camarada.
El director y el activista estadounidense consiguieron que Robertson se extrajera una muela para analizarla y probar que su propietario había crecido en Estados Unidos.
En 2010, Robertson acudió a la embajada de Estados Unidos en Vietnam para intentar su identificación a través de sus huellas dactilares. La respuesta que Faunce recibió de las autoridades estadounidenses es que «no hay suficientes pruebas que demuestren que es John Hartley Robertson».
La única prueba que queda por realizar es comparar su ADN con el de familiares vivos. Pero las dos hijas estadounidenses de Robertson se han negado a someterse a una prueba de ADN.
Según Jorgensen, aunque una de las hijas de Robertson aceptó inicialmente realizar la prueba, poco después de reunirse con el general de las fuerzas especiales de Estados Unidos Ed Reeder, cambió de opinión.
La otra opción es una prueba de ADN de la única hermana viva de Robertson, Jean Robertson-Holley, de 80 años de edad.
Pero después de que Faunce y Jorgensen reuniesen a John y Jean en Canadá en 2012, una de las escenas más emotivas del film, la hermana de Robertson no tiene ninguna duda de que el campesino vietnamita es su hermano.
Julio César Rivas/Toronto (Canadá), 1 may (EFE).-

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