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Un aguacero «bendito» puso a prueba la fe de los quiteños

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El papa Francisco (i) es visto a su llegada, esta 6 de julio de 2015, en el Palacio de Gobierno en Quito (Ecuador). EFE
El papa Francisco (i) es visto a su llegada, esta 6 de julio de 2015, en el Palacio de Gobierno en Quito (Ecuador). EFE

Quito, 6 jul (EFE).- Un repentino aguacero, que algunos calificaron de bendito, puso hoy a prueba la fe de cientos de quiteños que acudieron a la Plaza de la Independencia, en el casco colonial de la capital ecuatoriana, para ver al papa Francisco.

Varias horas antes de la llegada del sumo pontífice a la Catedral Metropolitana, a un costado de la plaza mayor de la ciudad, la gente esperaba con cánticos y rezos, mientras una nube oscura empezaba a cubrir el casco colonial de la urbe.
A esas alturas, Francisco estaba por viajar a Quito desde la ciudad portuaria de Guayaquil, a una media hora de vuelo, donde ofreció una misa campal y se reunió con la comunidad jesuita.
En pantalla gigante, la feligresía congregada en la también llamada Plaza Grande, seguía con atención el recorrido del pontífice, hasta que se desató el aguacero.
En principio la gente aguantó el chubasco, estoicamente, con paraguas y otras prendas para protegerse del agua, mientras continuaban los rezos, cánticos y vivas al papa argentino.
Pero el golpe del aguacero arreció y muy pocos quedaron en la plaza, la mayoría se refugió en los locales comerciales cercanos, bajo los árboles o en los pasillos bajos del Palacio Arzobispal, que queda al cruzar la plaza frente a la Catedral.
La liturgia que era representada en el atrio de la Catedral por religiosos y seglares se interrumpió también y un coro que animaba la celebración tuvo que refugiarse de la lluvia.
Con resignación, la gente se refugió durante la media hora de aguacero, que se fue igual que llegó, de improviso, por lo que las personas, poco a poco, empezaron a tomar su lugar en la plaza, frente a la Catedral.
Sólo fieles con invitaciones o acreditaciones especiales pudieron pasar al interior de la plaza, ya que la Policía acordonó la zona y fue estricta en la revisión de los documentos.
La celebración religiosa, pasada por agua, se reanudó y quienes animaban a los católicos, aseguraron que el aguacero fue una prueba más para comprender el sufrimiento y pasión de Cristo.
«Fue una lluvia bendita, otra bendición por la llegada del papa», aseguró una persona en el atrio, mientras la gente, que se abrigaba como podía, empezó a cantar y a alabar para generar algo más de calor corporal.
Mientras, en la pantalla gigante se observaba el avión de la compañía Alitalia aterrizar en el aeropuerto de Quito, en la zona de Tababela, lo que generó un sonoro aplauso y vivas.
Más cuando la gente observó que Francisco descendía del avión por la escalinata para tomar el modesto Fiat, que se ha convertido en el vehículo de traslado del pontífice, además del «papa móvil», un todoterreno descubierto y protegido por vidrios, que usa cuando saluda a los feligreses durante algunos de sus recorridos.
Durante la caravana de vehículos que trasladó al papa desde Tababela al centro de la ciudad, en un recorrido de unos 40 kilómetros, Francisco saludó a miles de fieles apostados en las calles.
El máximo jefe de la Iglesia católica llegó a la plaza de la Independencia ya entrada la noche y fue al Palacio de Gobierno, a un costado del parque, donde le esperaba el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, con quien mantuvo una reunión de unos 35 minutos.
Luego, el papa cruzó a pie hasta la Catedral, rezó el «ave María» con los fieles y bendijo a los presentes y a la sociedad ecuatoriana, a la que le pidió estar unida y no permitir la exclusión de nadie.
Tras la breve visita a la iglesia mayor de la ciudad, Francisco fue a la Nunciatura Apostólica, donde se aloja.
«Queremos la bendición», gritaron muchas personas reunidas frente a la Nunciatura, a sabiendas de que anoche salió para rezar con los fieles y conminarlos para que vayan a descansar y dejen dormir a los vecinos.
Allí, además de los fieles ecuatorianos, también se pudieron observar personas que portaban banderas de Colombia, Perú y Argentina.

Fernando Arroyo León

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