El FBI comenzó una investigación en 2016, año electoral en el que según el buró de investigación, se conocieron evidencias de la posible intervención y participación de Rusia en la campaña presidencial norteamericana.
Sin embargo, este viernes el presidente dio vía libre a la desclasificación de un documento del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes en donde se acusa tanto al Departamento de Justicia como al FBI de haber manipulado la investigación del “Rusiagate”.
El informe fue redactado por los republicanos que conforman este comité de la cámara baja, y es una jugada política que Trump no podía dejar pasar para desprestigiar más las investigaciones en su contra y la supuesta cacería de brujas que, dice el mandatario, tiene montado el poder judicial en su contra.
Lo primero que hay que señalar es que la desclasificación representa un choque de trenes. El legislativo no puede de manera unilateral publicar información clasificada que considera pueda ser de interés público, esto solo se hace con la venia y voluntad presidencial.
El comité republicano era consciente de eso y por ello pidió al presidente autorizar y hacerlo público.
El Comité acusa a Christopher Steele, encargado de compilar la información contra la campaña de Trump, de haber recibido por parte de la campaña de Hillary Clinton y el Comité Nacional Demócrata (DNC) US$160.000 “a través del bufete de abogados Perkins Coie y la firma de investigación GPS, para obtener información denigrante sobre los lazos de Donald Trump con Rusia”.
En el memorando, el comité asegura que los funcionarios del FBI y del Departamento de Justicia (DOF) omitieron estos lazos conocidos entre Steele y los demócratas.
Steele es un exespía de la inteligencia británica responsable de que se conocieran los lazos entre Trump y los rusos. Para los republicanos, el FBI y el DOJ engañaron al juez por no suministrar la información de estos nexos entre el agente y los demócratas para espiar a Carter Page, uno de los asesores de Trump en campaña.
Aunque Steele fue despedido de su trabajo como fuente para el FBI, por haber revelado a Yahoo News la explosiva intervención rusa en las elecciones, el comité asegura que “debió haber sido despedido por sus contactos previos no revelados a Yahoo y otros medios en septiembre, antes de que la solicitud sobre Page se enviara en octubre”.
Además, el memorando señala que aun cuando estuvo despedido, el FBI mantuvo contacto con el ex agente británico “a través del entonces Asistente Asociado del Fiscal General Bruce Ohr, un alto funcionario del DOJ que trabajó en estrecha colaboración con los Fiscales Generales Adjuntos Yates y más tarde Rosenstein”.
El comité alega, además, el claro sesgo ideológico de Steele pues se supo que declaró que “estaba desesperado porque Donald Trump no fuera elegido y tenía muchos deseos de que no llegara a ser presidente”, lo que no se consignó en ninguna parte ni se admitió por parte del FBI ante ningún juez.
Además, cuando se aprobó espiar a Cage, la investigación de Steel “se encontraba en su “infancia” en el momento de la solicitud”. Y esto lo corrobora, dice el mismo documento, “un informe de validación de la fuente realizado por una unidad independiente dentro del FBI que evaluó la información de Steele como apenas mínimamente corroborada”.
El informe dice que el exdiretcor del FBI, James Comey, informó que el expediente Steel era “lascivo y no verificado”. Y el mismo director «le ocultó al presidente motivaciones financieras» e ideológicas que llevaron al espía británico hasta las investigaciones contra Trump.