Buenos Aires, 5 ago (EFE).- Tras 36 años de búsqueda y con 83 años de vida, Estela de Carlotto, «alma» de las Abuelas de Plaza de Mayo, dedicadas a buscar a los hijos de desaparecidos durante la dictadura militar, encontró hoy a su nieto Guido, la persona número 114 que recupera su identidad gracias a esa organización.
«No quería morirme sin poder abrazarlo y pronto lo voy a poder abrazar», dijo en una rueda de prensa Estela de Carlotto, quien vio ya a su nieto en fotos y espera poder conocerlo en breve.
El joven, nacido en cautiverio el 26 de junio de 1978, es músico, está casado, fue criado por «gente de campo» en la provincia de Buenos Aires y se acercó voluntariamente a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad, que dirige Claudia Carlotto, su tía, para hacerse análisis genéticos porque dudaba de su verdadera identidad.
«Es un chico bueno. Él me buscó», dijo De Carlotto, quien agradeció a Dios y a la sociedad argentina por este hallazgo.
Los resultados de los exámenes de ADN arrojaron que en un 99,9 por ciento es hijo de Laura, hija de Estela de Carlotto, una militante universitaria peronista, secuestrada por la dictadura en noviembre de 1977 y llevada al centro clandestino de detención de «La Cacha», en La Plata (60 kilómetros al sur de Buenos Aires).
La familia desconocía que Laura estuviera embarazada, lo que supieron luego por testimonios de compañeros de cautiverio, y tampoco sabían quién era el padre, misterio que también fue desvelado hoy, porque los cotejos genéricos determinaron que es hijo de Oscar Montoya, militante montonero y compañero de Laura.
«Se encontró la verdad de la identidad de Guido y se encontró también la verdad de Oscar y mi hermana y de esa historia de amor clandestina», dijo Claudia Carlotto.
La familia Montoya reside en la sureña ciudad de Caleta Olivia y allí a Guido le espera otra abuela, de 91 años.
«Laura sonríe desde el cielo y me dice: ‘mamá, ganaste una batalla larga’. Ya tengo mis catorce nietos conmigo», dijo Estela.
Según testimonios, fue Laura quien le puso al bebé Guido, quien creció con el nombre de Ignacio Hurban y se enteró hoy mismo de su verdadera identidad por un llamado de su tía Claudia.
«Cuando le dije que era hijo de desaparecidos pero que, además, era el nieto de Estela, lo único que decía era ‘¡uh!’. Estaba muy sorprendido. Ya nos mandó un par de mensajes. Está bien, está feliz y pronto nos vamos a ver», contó Claudia.
La familia pidió «respeto» y «prudencia» para que el joven, que reside en la ciudad bonaerense de Olavarría, pueda procesar la noticia.
«Está muy conmocionado, pero bien y muy feliz», añadió Estela.
Ya imagina ese encuentro, tan anhelado: «Lo voy a abrazar. Quiero tocarlo. Quiero mirarle la cara. Quiero ver si es cómo lo soñamos. Se parece a nosotros».
La noticia ha conmocionado hoy a la sociedad de Argentina, cuya presidenta, Cristina Fernández, llamó a la titular de las Abuelas, apenas se supo del hallazgo.
«Me llamó Cristina, llorando. Lloramos juntas», dijo de Carlotto.
Estela aseguró que esta identificación es «una reparación para la sociedad en su conjunto» y sostuvo que ahora «hay que seguir buscando los que faltan, porque otras abuelas tienen que sentir lo que siento yo hoy».
Unas 30.000 personas desaparecieron durante la última dictadura argentina, según los organismos defensores de derechos humanos, y alrededor de 500 niños, hijos de víctimas en su mayoría, resultaron apropiados y separados de sus familias biológicas.
«En nosotros no asomó ni el odio ni el rencor, sino el amor, pero además, inflexiblemente, la justicia y la verdad, no el olvido. Las gracias son para todos», dijo Estela de Carlotto, arropada por sus compañeras de lucha.
Natalia Kidd