El telescopio James Webb ha captado la vista más clara de los anillos de Neptuno en más de treinta años y siete de sus numerosas lunas.
La visión infrarroja del nuevo telescopio revela a este gigante helado bajo una luz totalmente nueva, asegura en una nota la Agencia Espacial Europea, que participa en James Webb junto a la estadounidense NASA y la canadiense CSA.
Las imágenes dan una nítida visión de sus anillos, de los que algunos no se habían visto hasta ahora y otros no se captaban con ese nivel de detalle desde que la sonda espacial Voyager 2 alcanzara la mayor cercanía al planeta en 1989, y muestran claramente las bandas de polvo más débiles que rodean al planeta.
Neptuno, descubierto en 1846, está treinta veces más lejos del Sol que la Tierra y orbita en una de las zonas más oscuras del sistema solar.
Webb también captó siete de las catorce lunas conocidas de Neptuno y en la imagen se aprecia un punto de luz muy brillante con los característicos picos de difracción que se ven en muchas de las imágenes del telescopio, pero no es una estrella, sino la luna más inusual del planeta, Tritón.
Cubierto de un brillo helado de nitrógeno condensado, Tritón refleja una media del 70 % de la luz solar que le llega, con lo que supera con creces a Neptuno, porque la atmósfera del planeta está oscurecida por la absorción de metano en las longitudes de onda de Webb.
Neptuno se caracteriza por ser un gigante de hielo debido a la composición química de su interior, lo que se hace patente en el aspecto azul característico de las imágenes tomadas por el telescopio espacial Hubble -predecesor del James Webb- en longitudes de onda visibles, causado por pequeñas cantidades de metano gaseoso.
En las imágenes de Webb, gracias a su cámara de infrarrojo cercano Neptuno no aparece azul. Además se observa una fina línea de brillo que rodea el ecuador del planeta, que podría ser una firma visual de la circulación atmosférica global que impulsa los vientos y las tormentas del planeta.