La italiana Maria Grazia Chiuri desveló hoy su primera colección Alta Costura para Dior en una puesta en escena de fantasía: un bosque de hadas para acoger una línea cargada de flores y vestidos princesa, con un estilo femenino que también propusieron Schiaparelli e Iris Van Herpen.
La exdiseñadora de Valentino lleva ya 6 meses al frente del diseño de la firma y su trabajo muestra un profundo estudio de los archivos de la casa al que está añadiendo detalles que le son propios: los largos vestidos princesa de transparencia se entremezclaron hoy con las flores que tanto gustaban al señor Dior.
Más disimulado que en los tiempos de John Galliano, la colección tuvo un aire teatral, quizás por esa fantasía que inspiró el decorado, cargado de verde, con árboles alrededor y guirnaldas de colores que caían del techo.
El desfile abrió con un diseño de chaqueta con capucha en negro, una «caperucita negra» revisitada, con falda evasé a la altura de los tobillos.
Los signos del horóscopo decoraron los vestidos, en una idea que nació del propio taller: las costureras de la casa comienzan la jornada cada día leyendo el horóscopo en el periódico, una pequeña tradición que Dior había desvelado horas antes del desfile a través de sus perfiles en Twitter e Instagram.
Al desfile en París, en esta segunda jornada de Alta Costura en la que se presentan las colecciones primavera-verano 2017, acudieron celebridades como Olivia Palermo o la actriz Diane Kruger, que lució un diseño palabra de honor de la colección de otoño-invierno, también de Alta Costura.
El tul invadió la pasarela con laboriosos bordados a mano y aplicaciones brillantes, pero también hubo hueco para diseños sobrios, en negro, marcados en la cintura, que recordaron la silueta «new look» creada por Dior a finales de los años cuarenta, pero más suave en las formas.
También fue un día para festejar en la ‘maison’ de Schiaparelli, que acaba de entrar a formar parte del exclusivo círculo oficial de miembros de la Cámara Sindical de Alta Costura, junto a Christian Dior, Chanel y otras 14 firmas.
Para esta ocasión, la marca propuso una colección ligera, fresca y sensual, inspirada en los quimonos japoneses y ‘hanfus’ chinos que vestía la propia Elsa Schiaparelli, fundadora de la casa.
Colores claros, especialmente beiges y blancos se entremezclaron con vibrantes azules y rosas en vestidos con largos plisados abiertos hasta la altura del muslo, decorados con los famosos corazones flechados, candados o soles de la Schiaparelli más original.
La delicada labor de artesanía que requiere cada diseño se apreció en un vestido con capa creada a partir de escamas doradas de jacquard bordadas o en la organza trabajada en forma de pétalos.
Los accesorios fueron parte importante de la colección: botas cuissardes (por encima de la rodilla) en colores vivos como el naranja, el rosa o el rojo, pequeñas jaulas de pájaros como colgantes y lazos negros a modo de diadema acompañados de una larga trenza para culminar el «look» femenino de la línea.
Las princesas de Iris Van Herpen, que participó también este lunes como miembro invitado, tuvieron igualmente un aire de cuento aunque esta vez uno de princesas marinas.
Los vestidos con aspecto de piedras minerales transformaron a las modelos en criaturas fantásticas en una colección bautizada como «Between the lines», («entre líneas»).
La holandesa jugó con los efectos ópticos de sedas y plásticos trabajados mediante láser para crear formas imposibles entorno a hombros y caderas, en estas particulares sirenas de la Alta Costura.
María D. Valderrama
París, 23 ene (EFE).-