«La gente se está haciendo a la idea, por lo que hay un serio nivel de duelo y luto». Las autoridades locales habían cifrado inicialmente el número de muertos en 100 o más. Este domingo, los equipos de emergencia han trasladado a los supervivientes a zonas más seguras, ya que el tono inestable amenazaba las labores de rescate.
El Gobierno de la Isla del Pacífico Sur está estudiando si necesita solicitar oficialmente ayuda internacional adicional. Desde el sábado, convoyes transportan alimentos, agua y otros suministros al pueblo devastado.
El primer ministro de Papúa Nueva Guinea, James Marape, declaró que las autoridades estaban trabajando en ello. Inicialmente se esperaban alrededor de 100 muertos, pero la situación es mucho peor de lo esperado.
El deslizamiento de tierra ocurrió en la provincia de Enga, a unos 600 kilómetros al noroeste de la capital, Port Moresby, en las primeras horas del viernes. Los residentes de las áreas circundantes informaron que rocas y árboles de una ladera colapsada sepultaron partes de la comunidad.
El jefe de la misión de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en el país de Oceanía, Serhan Aktoprak, dijo que el deslizamiento de tierra afectó al pueblo de Yambali, a unas dos horas en coche de la capital provincial de Enga, Wabag. «La tierra sigue deslizándose, por lo que es muy difícil operar», afirmó Aktoprak, citando informes del personal de la OIM y otros desplegados desde la capital provincial hacia el pueblo afectado.
Yambali se encuentra a lo largo de una carretera que conduce desde la capital y que ahora está bloqueada, dificultando los esfuerzos de socorro. El área afectada es de entre tres y cuatro hectáreas, es decir, el tamaño de entre de tres o cuatro campos de fútbol y el pueblo alberga a casi 4.000 personas.