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Soberanistas quebequeses, a la búsqueda de su futuro tras la derrota electoral

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La política quebequense Pauline Marois. EFE/Archivo
La política quebequense Pauline Marois. EFE/Archivo

La contundente derrota en las urnas del Partido Quebequés (PQ) ha dejado en shock al movimiento soberanista de esa provincia francófona canadiense, que ahora tiene que buscar un nuevo líder y las razones para su desastre electoral.

Pauline Marois, la primera mujer en la historia del Quebec que dirigió un Gobierno provincial, dimitió de su puesto como líder del PQ tan pronto como se confirmó que fue incapaz de ganar su propio escaño en las elecciones provinciales de este lunes.
Marois, de 69 años de edad, había sido diputada provincial del PQ prácticamente de forma ininterrumpida desde 1981, líder del PQ desde diciembre de 2008 y primera ministra de Quebec desde septiembre de 2012.
La dirigente soberanista era una histórica del movimiento nacionalista de Quebec, desde que en 1981 formó parte del Gobierno de René Lévesque, fundador del Partido Quebequés y padre del independentismo moderno de la provincia francófona canadiense.
Marois será, casi con toda seguridad, la última dirigente del PQ que podrá presumir de haber trabajado codo con codo con el mítico Lévesque.
Esa íntima relación entre Marois y Lévesque es lo que llevó al socialdemócrata Thomas Muclair, líder del segundo mayor partido canadiense, el Nuevo Partido Democrático (NPD), a advertir antes de las elecciones del lunes que si el PQ ganaba con mayoría absoluta, su líder convocaría el tercer referendo soberanista de la provincia.
Muclair razonó que para la primera generación del PQ, los históricos del soberanismo quebequés, el tiempo se estaba acabando para lograr su sueño y las elecciones del 7 de abril podrían ser su última oportunidad.
A su manera, Marois reconoció en la noche del lunes que se le ha acabado el tiempo. Pero también que la derrota electoral no supone el fin del soberanismo quebequés.
«Hay un cambio de guardia en el Partido Quebequés», dijo Marois tras anunciar su dimisión irrevocable.
«Y como Lévesque solía decir, el futuro es largo», añadió.
El cambio de guardia es lo que centra la atención ahora de los politólogos.
Algunos han vaticinado que el desastre electoral del PQ supone que a partir de ahora la política quebequesa no estará dividida entre federalistas y soberanistas, como lo ha estado en los últimos 40 años, sino entre la derecha y la izquierda.
Los partidarios de esta teoría recuerdan los resultados de las elecciones generales de 2011, cuando el electorado quebequés abandonó en masa al Bloque Quebequés (BQ), que representa a los soberanistas en el Parlamento canadiense, para votar de forma abrumadora por el socialdemócrata NPD.
De los 75 diputados que Quebec manda a Ottawa, el electorado quebequés decidió que 59 fuesen del NPD por sólo siete del Partido Liberal, cinco del Partido Conservador y cuatro del BQ.
Tres años antes, en las elecciones generales de 2008, el BQ acumuló 49 diputados y el NPD sólo consiguió un diputado en Quebec.
Si esa teoría sobre el futuro del panorama político en Quebec se confirma, la implosión del Partido Quebequés está garantizada. En la actualidad es más una coalición donde el centro, la izquierda y la derecha nacionalista e independiente se concentra.
Si el PQ decide elegir como líder en sustitución de Marois al magnate de la prensa y multimillonario Pierre Karl Peledeau, es difícil pensar que los miembros más de izquierda del partido se queden en la formación política.
Peledeau, que el lunes consiguió por primera vez su acta de diputado provincial, se ha destacado como empresario por su rabioso antisindicalismo en las compañías que controla. Algo que no le ha granjeado amigos entre los sindicatos que han sido hasta ahora uno de los cimientos del PQ.
En la noche del lunes, cuando ya se sabía que el PQ había sido duramente castigado por el electorado y que Marois había perdido su escaño, Peledeau se dirigió a los simpatizantes del partido para lanzar su declaración de principios.
«Creo totalmente que, en el siglo XXI, los quebequeses deben de empezar a tomar sus decisiones por sí mismos», gritó a los aturdidos militantes del PQ.
Son palabras que para históricos del PQ como el exprimer ministro provincial Jacques Parizeau, que convocó el referendo independentista de 1995, son música para los oídos.
Porque para Parizeau y otros soberanistas, la razón de la derrota del PQ no fue hablar demasiado de la independencia sino hablar demasiado poco durante los pasados 20 años.

Por Julio César Rivas. / Toronto (Canadá), 9 abr (EFE).-

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