En la industria canadiense de estudiantes internacionales, que genera mucho dinero, las malas escuelas estaban reemplazando a las buenas. Esas escuelas que en resumen eran colleges privados se convirtieron en oportunistas y pescando el río revuelto con los estudiantes internacionales.
Muchas universidades se habían vuelto dependientes de las matrículas más altas que cobran a los estudiantes extranjeros, pero en los últimos años el verdadero crecimiento se produjo en los college privados muchos de estos de garaje o ubicados en dudosos centros comerciales.
Hasta hace unos años solo los graduados de las universidades públicas podían obtener una visa de trabajo de tres años, que en realidad era un gran paso para poder conseguir el estatus de residente permanente en Canadá.
Pero en Ontario, a las universidades privadas también se les permitió licenciar el plan de estudios al igual que una universidad pública, y sus estudiantes también pudieron obtener esos permisos de trabajo, mientras que docenas de universidades en centros comerciales y de garajes vendieron educación deficiente con precios altos a incautos estudiantes internacionales.
El número de estudiantes extranjeros creció hasta el millón, lo triste es que hoy solo un tercio de esos estudiantes están en universidades el resto solo utilizaron el argumento de la visa de estudiante para llegar al país.
Hoy el ministro de Inmigración, Marc Miller, ha puesto freno a los estudiantes internacionales, al establecer un límite a las visas y endurecer las normas sobre permisos de trabajo.
Finalmente, el gobierno federal ha reconocido que sus políticas permitieron un auge desmesurado de estudiantes extranjeros (y de trabajadores temporales, muchos de los cuales llegaron primero como estudiantes extranjeros).
Este fue un gran fracaso político que condujo a un crecimiento demográfico inusualmente rápido que superó la construcción de viviendas y alimentando una crisis inmobiliaria.
Es difícil exagerar la importancia de la medida de Miller. Aumentar la construcción de viviendas es la solución a largo plazo a la crisis inmobiliaria, pero esas políticas no tendrán un impacto importante durante años. Reducir el crecimiento de los residentes temporales puede reducir el crecimiento de la demanda con relativa rapidez y enviar una señal inmediata de enfriamiento al mercado inmobiliario.
Ahora obligará a algunas provincias a arreglar el desastre que han creado con una regulación laxa de la educación postsecundaria
El freno puesto a estudiantes internacionales afectará a B.C. y quizás Nueva Escocia, pero recaerá con mayor fuerza en Ontario. Ottawa emitió aproximadamente 600.000 nuevos permisos de estudio en 2023, pero Miller planea limitar las cifras a aproximadamente 360.000 al año y dividir las visas entre las provincias según la población. Ontario es el centro del auge de los estudiantes extranjeros y representó más de 300.000 permisos de estudio en 2023, por lo que sus cifras se reducirán drásticamente.
Hoy el gobierno provincial de Ontario tiene que decidir qué instituciones postsecundarias pueden atraer estudiantes extranjeros y cuáles no. De hecho, Ontario debería haber estado haciendo eso desde el principio, pero en cambio, la regulación laxa de las universidades en la provincia dio lugar a una industria explotadora.
La realidad es que las acciones de los malos actores, ya sean provincias o instituciones, están teniendo un impacto en todo el ecosistema del país.
Pero en el fondo, los estudiantes extranjeros no son el problema. Traen muchos beneficios a Canadá. Los gobiernos federales alentaron la expansión de este mercado en el país: los conservadores de Stephen Harper publicaron una Estrategia de Educación Internacional del 2014 que la identificaba como una oportunidad comercial.
El problema es que las cifras crecieron tanto y tan rápido en los últimos años que afectaron la capacidad de vivienda y los servicios. El mayor crecimiento se produjo en la venta de programas universitarios de mala calidad como medio para la inmigración, en instituciones que Miller comparó con fábricas de cachorros.
Ahora que hay un límite, las universidades de Ontario temen que recaiga sobre ellas una crisis, muchas dependen de las matrículas de los estudiantes extranjeros y algunas, como la Queen’s University en Kingston, enfrentan graves problemas financieros.
Muchas universidades han visto cómo la matrícula de estudiantes extranjeros no regresa a los niveles previos a la pandemia, mientras que las cifras en los college privados han aumentado. Los miembros del parlamento provincial, quieren que el límite de estudiantes internacionales sea solo asignado a las universidades y no a los college.
Los MP tienen claro, que los colleges privados utilizan programas como una puerta trasera a la inmigración.
Es casi seguro que la medida anunciada por el ministro, Miller reducirá el número de solicitudes ya que los nuevos estudiantes de colleges privados que tengan visa para su estudio en Canadá ya no serán elegibles para visas de trabajo de tres años cuando se gradúen. Eso eliminará una de las características más vendidas de esas colleges de garaje.
Ahora Ontario enfrenta un desafío. Los días de visas de estudiantes ilimitadas están contados, por lo que el gobierno provincial tiene que decidir qué universidades o colleges las obtendrán. ¿Darán prioridad al talento de primer nivel o mantendrán el negocio en marcha para una industria de bajo nivel?
Al final y viendo toda la foto se puede decir que la gran responsabilidad de todo este despelote migratorio, recae en el gobierno federal que se durmió mientras el número de residentes temporales aumentaba de manera volátil y desmedida. Al gobierno le llevó años darse cuenta siquiera de ese enorme fracaso político mientras las consecuencias dañinas se acumulaban para tanta gente del común que no encontraban lugar para rentar una vivienda.