Rosario Murillo, la esposa del presidente Daniel Ortega, no solamente es la mujer más influyente de Nicaragua, sino también la persona con más poder que ha aspirado a la Vicepresidencia en este país centroamericano.
Desde que en 2007 retomó su posición como primera dama de Nicaragua, Murillo, hoy de 65 años, acumuló un poder excepcional, que no solamente le permitió ser la única portavoz del Gobierno de su esposo sino también dar órdenes y reprender en público a cualquiera de sus ministros.
Hay quienes creen que Murillo, o simplemente «la Chayo», como le llaman en Nicaragua, tiene más poder que Ortega, pues es quien informa sobre todos los temas del Gobierno, lee los discursos oficiales, expresa posiciones del país y brinda orientaciones públicamente a los funcionarios cuando hay emergencias nacionales.
Incluso los medios oficialistas y sus entrevistados ya no agradecen «al presidente Daniel Ortega y a Dios» por las dádivas recibidas, sino «a la compañera Rosario Murillo y al comandante presidente».
Los analistas políticos locales consideran que, al aspirar a la Vicepresidencia, la primera dama únicamente busca oficializar el poder que tiene, ante la imposibilidad de pasar sobre Ortega, el máximo líder del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).
Sus adversarios políticos comparan a Murillo con Clarie Underwood, quien siendo primera dama aspira a ser la vicepresidenta de su esposo, Frank Underwood, en la serie estadounidense «House of cards» (Castillo de naipes).
Aunque su candidatura a la Vicepresidencia de Nicaragua en las elecciones de mañana era previsible, la noticia no fue bien vista por una parte de los sandinistas, pues consideran que no hizo justicia a los «combatientes históricos».
Sus críticos reprobaron la decisión bajo el argumento de que en el mejor de los casos da mala imagen al Gobierno, y en el peor se trata de una «dinastía familiar».
De cualquier manera Murillo es, según la encuestadora nicaragüense M&R Consultores, la persona que más agrado despierta entre los nicaragüenses, con un 79 %, únicamente superada por su esposo Ortega, quien tiene el 81,1 %.
Unidos en fórmula presidencial, Murillo y Ortega acumulan un 69,8 % de intención del voto, más de 60 puntos porcentuales que cualquier otro candidato de la oposición, según M&R.
A Murillo se le conoce en Nicaragua casi tanto como a Ortega, a quien unió su vida tras dos matrimonios y siendo una madre soltera con dos hijos (un tercero fallecido), en la década de los 70 del siglo pasado.
Ambos vivían en el exilio en Costa Rica, cuando en Nicaragua se ejecutaba la caída de la dictadura de la familia Somoza, que gobernó el país durante cuatro décadas hasta 1979.
Antes de ser primera dama en 1980, Murillo, pariente lejana del héroe nacional Augusto C. Sandino, estudió en Europa, donde aprendió a hablar inglés y francés.
De regreso en Nicaragua, a finales de la década de 1960, fue maestra de idiomas y trabajó en el diario La Prensa, como secretaria de su director, Pedro Joaquín Chamorro (1924-1978), y del poeta Pablo Antonio Cuadra (1912-2002), además fue una intelectual del FSLN desde la clandestinidad.
Como primera dama, en la década de los 80, dirigió grupos culturales, publicó al menos cinco obras literarias, fue diputada y ministra de Cultura.
Pero su fama de mujer inteligente fue sobrepasada por los escándalos familiares, rumores de su supuesta inclinación por lo esotérico y diferencias internas en el FSLN.
En 1998, cuando su hija Zolamérica Narváez Murillo denunció que había sido violada por Ortega, no dudó en apoyar al padrastro, y dijo sentirse «avergonzada» por su primogénita.
El caso no trascendió por la vía legal debido a que Ortega gozaba de inmunidad como expresidente (1980-1990) y porque la causa había prescrito, según la justicia nicaragüense.
Su casamiento eclesiástico con Ortega en 2005, dirigido por el cardenal emérito Miguel Obando Bravo y en año preelectoral, fue visto más como una jugada política para atraer el voto católico, que como la consolidación del matrimonio con nueve hijos.
En los últimos 10 años, en su nueva etapa como primera dama, Murillo adquirió una nueva fama por su estilo de vestir y decisiones particulares sobre la vida pública.
Esta esas decisiones se cuenta adornar las grandes vías con enormes árboles de Navidad durante todo el año, los gigantescos «árboles de la vida» que sustituyeron a los primeros, o la directriz de que los cumpleaños sean celebrados en comunidad.
De la misma manera le son atribuidas supuestas fracturas internas dentro del FSLN que alejan a combatientes originales para poner en su lugar a jóvenes.
Algunos de sus críticos consideran que Murillo, seis años menor que Ortega, llena las ciudades y propaganda del FSLN con su color preferido, el fucsia, a la espera de ser la presidenta de Nicaragua una vez que su esposo muera.
Por lo pronto, Murillo podría establecerse como vicepresidenta del país centroamericano, y gozar de un poder que jamás tuvo ninguno de sus antecesores.
Wilder Pérez Roque
Managua, 5 nov (EFE).-
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