Un médico húngaro con «corazón latino» dirige desde hace más de 50 años desde Carolina del Norte un programa que dona equipos médicos a hospitales en Centroamérica, además de ofrecer entrenamiento al personal.
Rodeado en su oficina del centro de Charlotte de múltiples reconocimientos por su trayectoria, el doctor Francis Robicsek, quien realizó el primer trasplante de corazón de la ciudad en 1986, afirma que todavía «hay mucho trabajo por hacer».
A sus 86 años, Robicsek es el vicepresidente del Programa de Alcance Internacional (IMO), una sociedad entre el Sistema de Salud Carolinas (CHS) y la Fundación Heineman, que durante décadas ha ayudado a naciones en desarrollo.
El galeno, reconocido como una autoridad mundial en cardiología, comenzó su labor filantrópica en los años setenta en Honduras asistiendo a los médicos de esa nación en cirugías cardiacas e instalación de válvulas en pacientes de bajos recursos.
En 1975, el IMO extendió la asistencia a Guatemala, realizando cinco operaciones de corazón, y donando los equipos y materiales necesarios al igual que el entrenamiento de enfermeras y doctores.
El esfuerzo inicial del médico en ese país dio como resultado la creación del Centro Nacional de Cardiología, que en la actualidad realiza más de 700 operaciones de corazón abierto al año.
«La mejor manera de ayudar no es sólo ir a esas naciones, donar los equipos e irnos, sino entrenar a su propia gente, y asegurarnos que pueden valerse por sí mismos», dijo a Efe Robicsek, que emigró a Charlotte en la década de los cincuenta.
Además de Honduras y Guatemala, la iniciativa provee algunos servicios como entrega de equipos médicos, computadoras, laboratorios y entrenamiento en Nicaragua, Costa Rica, República Dominicana, México, además de Belice, Haití, Kenia, Liberia y Tanzania.
En Nicaragua, el programa de Robicsek suministró equipos de rayos X y de cuidados intensivos para el Hospital La Mascota de Corazón de Jesús de Managua, donde se beneficia su unidad pediátrica.
El doctor húngaro explicó que los equipos que ya no se utilizan en el hospital de Charlotte, y que han sido reemplazados por versiones nuevas, van a parar a la mayoría de los centros de salud de esos países.
Una prueba de ello es que Guatemala logró sistematizar sus servicios de archivos de pacientes utilizando aparatos y programas cibernéticos que el Sistema de Salud Carolinas (CMC) dejó de utilizar.
Asimismo, un equipo de análisis oftalmológico fue suministrado para atender a los guatemaltecos más necesitados y la iniciativa colabora con la Fundación Sergio Paiz Andrade, para dotar a las escuelas rurales del país de computadores.
Entre 2011 y 2012, el IMO entregó 6.000 computadoras que son utilizadas por niños y adultos en una nación donde el 95 % de los centros educativos carece de acceso a la tecnología.
«Somos una organización pequeña con recursos limitados, pero sabemos utilizarlos de la mejor manera, y sobre todo, detectamos la necesidad local y encontramos la manera resolver la situación», apuntó.
En cuanto a la labor en Honduras, recientemente fue inaugurado el Hospital para Niños Quemados y Cirugía Pediátrica en San Pedro Sula, gracias al aporte del programa que dirige Robicsek desde Charlotte, que espera atender a 1.600 pacientes al año.
Robicsek admite que educar a los médicos de las naciones que ofrecen la asistencia es parte fundamental del objetivo de la organización.
Destaca que a Charlotte han llegado médicos latinos muy capaces, con deseos de aprender nuevas técnicas para ayudar a sus comunidades.
Uno de los expertos del CMC que entrena a los médicos extranjeros es el hispano Ángel Pérez en el uso de la máquina de corazón-pulmón que se necesita para realizar una operación de corazón.
«Para mi esto es más que un trabajo», admitió el puertorriqueño a Efe. «Cada día hacemos una diferencia con los equipos que nos donan de todas partes del mundo y entrenamiento que proporcionamos. Nos hacen sentir útiles».
Aparte de ser médico, Robicsek ha publicado seis libros sobre los misterios de la cultura Maya, acerca de la cual también es un experto.
En 2012, el programa contribuyó a mejorar la salud pública en 10 países a través de la donación de 380 equipos médicos con un valor de 3,8 millones de dólares.
En cuanto al futuro, el octogenario resalta que no piensa retirarse pronto y seguirá llegando a su oficina todos los días muy temprano y buscando la manera de proporcionar asistencia médica a los más necesitados.
Charlotte (Carolina del Norte), 4 ene (EFE).-