De cero a 24 bancas en cinco años. La extrema derecha española festejó el domingo con una lluvia de confeti verde su entrada en el Congreso de los Diputados por primera vez desde la década de 1980.
En las elecciones generales, las terceras en cuatro años, Vox alcanzó su mejor resultado hasta la fecha: 24 diputados, que lo convierten en la quinta fuerza más votada en el país.
Fundado a finales de 2013, Vox logró 12 escaños en el parlamento de Andalucía, una región del sur del país, durante su primera gran campaña electoral en diciembre de 2018, lo que le valió un senador designado por esa cámara. Hasta entonces, su participación en la política nacional era residual: en las generales de junio de 2016 obtuvo 47.182 votos, el equivalente al 0,2% del electorado.
La situación fue muy diferente esta vez. El partido ultranacionalista recibió el respaldo de más de 2,6 millones de españoles, el 10,2% de las boletas emitidas.
Sin embargo, el hecho de que algunas encuestas avanzaban que Vox podría acercarse a los 40 diputados y la gran asistencia a sus actos electorales, con pabellones llenos a rebosar, habían creado expectativas más altas.
«Yo esperaba un mejor resultado, pero estoy muy contenta porque es la primera vez que mis principios y valores se van a oír en el Congreso, la primera vez en mi vida», señaló Marta De Alfonso, una farmacéutica de 52 años de Madrid que, hasta ahora, había votado siempre por el Partido Popular, el gran perdedor de la jornada electoral.
Aún así, los líderes de este partido se mostraron triunfalistas y destacaron el logro que supone entrar en el Congreso con dos docenas de parlamentarios.
Entre cánticos de «¡España, unida, jamás será vencida!», su presidente y candidato, Santiago Abascal, señaló: «Os dijimos que iniciábamos una reconquista, y eso es justo lo que hemos hecho. Os dijimos que Vox estaba aquí para quedarse».
En su discurso, Abascal, un ex militante del PP procedente de una familia amenazada por el ahora desaparecido grupo armado ETA en su País Vasco natal, aludió a la defensa de la unidad de España, uno de los pilares de su programa.
«Venimos y estamos con España, que es nuestra patria, la herencia de nuestros padres y el futuro de nuestros hijos, y eso no va a cambiar nunca», agregó. «Bienvenidos a la resistencia».
Impulsado por la crisis en Cataluña, Vox saltó a la primera plana del panorama político nacional con los comicios regionales de Andalucía, donde es un apoyo clave a la coalición de gobierno formada por Partido Popular y Ciudadanos.
«Estoy contento porque finalmente veo los intereses de dos millones de españoles representados, pero la verdad es que esperaba más representación», apuntó Manuel de la Puerta, un estudiante andaluz de 19 años que reside en Madrid.
El resultado de los comicios generales consolida la fragmentación de la política española, que comenzó en los europeos de 2014 con el surgimiento de Ciudadanos y Podemos, acabando con décadas de bipartidismo entre el Partido Popular y el Partido Socialista.
Además de un programa electoral basado en la unidad territorial y lingüística del país y en el respeto a los símbolos nacionales, entre las propuestas de Abascal está revisar la estricta normativa para la posesión de armas en el país. La formación hizo campaña en base a la defensa de España de lo que consideran como amenazas: el separatismo, la inmigración musulmana, el feminismo y los progresistas.
La entrada de Vox en el Parlamento redefinió el reparto de fuerzas en la derecha española. El otrora dominante PP, que fue el más votado en 2016, sufrió una contundente pérdida de respaldos, pasando a 66 escaños desde los 137 de la última legislatura.
«Soy una persona que no elude la responsabilidad», afirmó su candidato Pablo Casado. «El resultado ha sido muy malo; al PP le gusta ganar y le gusta ganar siempre, y es verdad que llevamos varias elecciones perdiendo nuestro apoyo electoral».
«Nos vamos a poner a trabajar desde ahora con la máxima ilusión y la máxima responsabilidad de recuperar este apoyo», agregó.
El resultado, sin embargo, estuvo en línea con lo anticipado por las encuestas más conservadoras previas a los comicios, situándose en línea con lo que podría obtener una formación de extrema derecha en Portugal o Alemania.
«Entra dentro de lo razonable. Lo que no tenía sentido era la pretensión de apartar al Partido Popular o un resultado más abultado», apuntó Cristina Ares, experta en política de la Universidad de Santiago de Compostela.