¿Qué efecto real tiene la elección de un nuevo presidente estadounidense para nuestra región?
Cada día que pasa crece la expectativa en torno a las elecciones en Estados Unidos. Este año, más que nunca, los candidatos se han preocupado por buscar el voto de los hispanos en Estados Unidos. Para ellos los latinos son un factor primordial. Ejemplo de esto fue la elección de Barack Obama en el 2008, donde la comunidad latina apoyó claramente su candidatura. Los demócratas esperan que su peso sea todavía más determinante en los comicios presidenciales que se llevarán a cabo el próximo s 6 de noviembre.
El apoyo hispano actual para Obama se mantiene en niveles similares a los de hace cuatro años. Las encuestas demuestran que Obama ganó entonces el 67% del voto latino, mientras que su rival republicano, John McCain, apenas consiguió el 31%. Las cifras más recientes basadas también en encuestas, sostienen que el 70% de los votantes latinos, registrados, tienen la intención de votar por el presidente y el 26% dijo que lo hará por Mitt Romney.
¿Pero qué efecto real tiene la elección de un nuevo presidente estadounidense para nuestra región?
Es una paradoja, para Latinoamérica, continuar la relación con Obama, siempre cauto y a veces distante con la región, o iniciar una con Romney.Tanto si reeligen a Obama como si dan el poder al republicano Romney, es difícil que los comicios de noviembre revolucionen la relación con Latinoamérica, relegada a un segundo plano en los últimos años ante otras prioridades en política exterior en Estados Unidos.
Pero un cambio en la Casa Blanca sí puede suponer un giro en la retórica de Washington, que en un gobierno de Romney respondería más abiertamente a los ataques de Cuba o Venezuela, según aseguran los republicanos.
Hasta ahora, Romney ha hecho dos promesas a la región: nombrar a un enviado especial para Latinoamérica que dependa de la Casa Blanca y crear una estructura que conecte entre sí los tratados de libre comercio, para facilitar que países como Chile, Colombia, Perú o El Salvador negocien tanto entre ellos como con EU.
Parece ser que Romney estaría más involucrado con Latinoamérica y tendría una retórica más dura hacia aquellos que atacan a Estados Unidos en la región. Si el republicano gana las elecciones el hombre no se va a quedar callado y manejaría una línea más fuerte con países que tildan a Estados Unidos como un país imperialista.
En cambio, si Obama es reelegido, es probable que mantenga sin cambios su actitud hacia la región, con una ligera apertura hacia Cuba, oídos sordos a los ataques de Venezuela, y con México y Colombia como grandes aliados.
La administración de Obama, siempre ha negado haberse olvidado de Latinoamérica, una acusación repetida entre los republicanos en la campaña. Ejemplo de eso, es quizá la apuesta más clara del Gobierno de Obama, en la región fue su cambio de actitud hacia Cuba, con una flexibilización de viajes y remesas a la isla que supuso un importante riesgo político.
Lo más seguro es que de ganar Obama el político demócrata continuará con esa tendencia, pero al mismo tiempo se mantendrá «cauto» para no generar un enfrentamiento o una batalla política sobre el tema en el Congreso norteamericano.
Pero si Romney sale elegido la cosa será diferente, el político republicano ha sido muy crítico con esa política, parece dispuesto a regresar al esquema de Bush en cuanto a la limitación de las remesas.
Obama y Romney se diferencian en su actitud ante los «enemigos» de Estados Unidos, pero tienen la misma prioridad en los lazos con sus principales aliados, México y Colombia: la estabilidad.
Cualquiera de los dos que sea elegido, mantendría intacto el marco básico de la relación con México y con Centroamérica, aunque podría centrar el enfoque de la estrategia antidrogas más en la interdicción y menos en fortalecer las instituciones de los países.
Su mayor énfasis estaría en el área de seguridad, como demuestra su promesa de completar el muro iniciado en 2006 en la frontera, para protegerla de inmigrantes ilegales y redes del crimen trasnacional, según la casa blanca.
En cuanto a Colombia, seguirá siendo central en la política de Estados Unidos bajo cualquier Gobierno, porque es un aliado, donde estados Unidos ha invertido mucho dinero en la guerra contra la droga y donde la producción de cocaína sigue siendo un problema.
Uno de los logros más complejos del Gobierno de Obama fue el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Colombia, que junto al de Panamá mostraron que al gigante del norte también se preocupa por los pequeños del sur.
Por su parte el ex gobernador de Massachusetts ha anunciado que lanzará una iniciativa diferente, se trata de la Campaña para la Oportunidad Económica en Latinoamérica CEOLA que tratará de conectar entre sí los tratados comerciales en el continente. Sería como una región dentro de la región, casi como Europa.
Gane quien gane, el futuro presidente de EU debería enfrentar un reto que ha escapado a las últimas administraciones: el de trazar una nueva relación con un grupo de países más independientes y que buscan un diálogo entre iguales al que su vecino del norte le cuesta aún unírseles.
En conclusión, Sólo se puede imaginar una política más comprometida con Latinoamérica si hay una recuperación fuerte de la economía en Estados Unidos de lo contrario no sucederán grandes cambios en las relaciones y las posiciones políticas.