El presidente de EE.UU., Barack Obama, invitó hoy a los republicanos a dialogar para un acuerdo que reduzca la abultada deuda y evite el riesgo de un abrupto ajuste fiscal a partir de enero, pero también afirmó que no aceptará un plan que no incluya aumentos de impuestos a los más ricos.
En su primera comparecencia en la Casa Blanca tras haber ganado la reelección el pasado martes, Obama dejó claro cuál es su prioridad en los poco más de dos meses que le quedan para agotar su primer mandato.
Se trata de evitar a toda costa el temido «precipicio fiscal», una combinación de recortes automáticos en el presupuesto con el final de las exenciones impositivas del Gobierno de George W. Bush que se producirá a partir de enero si republicanos y demócratas no llegan a un acuerdo en el Congreso para reducir el déficit a largo plazo.
Por eso el presidente invitó hoy a los líderes republicanos y demócratas en el Congreso a dialogar la semana próxima en la Casa Blanca para «construir un consenso», en la línea de su llamamiento al bipartidismo y a la unidad para solucionar los problemas del país de su discurso victorioso de la noche electoral.
Obama afirmó que está «abierto a nuevas ideas» para llegar a un acuerdo sobre la deuda, pero reiteró que su plan contempla combinar recortes en el gasto con subidas de impuestos a los más ricos, algo a lo que se oponen los republicanos.
«Tenemos que combinar recortes de gastos con ingresos y eso significa pedir a los estadounidenses más ricos que paguen un poco más en impuestos», subrayó Obama durante su comparecencia en la Sala Este de la Casa Blanca, en la que estuvo acompañado de su vicepresidente, Joe Biden, y no admitió preguntas.
El mandatario se declaró «abierto al compromiso», pero también hizo hincapié en que no aceptará ningún plan de reducción del déficit que no sea «equilibrado».
«No estoy casado con cada detalle de mi plan», sostuvo antes de afirmar, no obstante, que las elecciones del pasado martes pusieron de manifiesto que «la mayoría de los estadounidenses» está de acuerdo con sus planteamientos.
Los estadounidenses «quieren cooperación, consenso y sentido común. Pero sobre todo quieren acción», indicó Obama.
«Vamos a extender los recortes de impuestos a la clase media ahora mismo», pidió el presidente al Congreso, en referencia a su propuesta de prorrogar las rebajas fiscales a las familias que ganan menos de 250.000 dólares anuales.
Los republicanos quieren que esas reducciones se apliquen a todos los ciudadanos, incluidos los más ricos.
Después de la intervención de Obama, el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, declaró en una rueda de prensa que el presidente vetará cualquier ley que implique ampliar las rebajas fiscales al 2 % más rico de la población.
Si Obama se mantuvo firme y reiteró sus puntos de partida de cara al diálogo, el líder de los republicanos en la cámara baja, John Boehner, le instó a liderar las negociaciones y le pidió que «se involucre con el Congreso y trabaje hacia una solución que pueda ser aprobada por ambas cámaras».
Los republicanos controlan la Cámara de Representantes, mientras que los demócratas son mayoría en el Senado, lo que obliga a un entendimiento entre los dos partidos para sacar adelante las leyes.
Boehner, presidente de la Cámara de Representantes, se mostró de nuevo abierto a dialogar sobre la reducción del déficit, pero reiteró también que su partido se opone a cualquier propuesta que incluya aumentos impositivos.
«Aumentar las tasas impositivas reducirá nuestra capacidad de crear los empleos que todo el mundo está pidiendo», advirtió Boehner en una conferencia de prensa apenas dos horas antes de la comparecencia de Obama.
Mientras, el senador por Florida Marco Rubio, una de las figuras ascendentes dentro del Partido Republicano, indicó en un comunicado que rechaza «la idea de que la única manera de evitar el precipicio fiscal sea aumentar los impuestos y poner en peligro la creación de empleo».