Los negociadores del Gobierno colombiano y las FARC han comenzado ya a plasmar en borradores sus primeros consensos sobre el problema de las drogas y el narcotráfico, en medio del escándalo sobre el supuesto espionaje a esos delegados, líderes de izquierda y periodistas.
Gobierno y guerrilla finalizaron hoy en La Habana el vigésimo ciclo de sus conversaciones de paz, en el que han logrado construir algunos acuerdos sobre la sustitución de cultivos de coca, marihuana y amapola, el primer epígrafe del punto sobre el problema de las drogas ilícitas que actualmente debate la mesa de negociación.
«Estamos comprometidos en el propósito de encontrar una solución definitiva al problema de los cultivos de uso ilícito. Por el momento podemos decir que tenemos los primeros borradores sobre los lineamientos o bases de esa solución», dijeron las partes en un comunicado conjunto.
Los negociadores del presidente Juan Manuel Santos y de las FARC están de acuerdo en que los planes para sustituir cultivos ilegales deben ser parte de la reforma rural integral de Colombia, asunto que constituyó el primer tema de debate en este proceso de paz y sobre el que llegaron a un acuerdo a mediados de 2013.
También coinciden en la necesidad de fortalecer «la presencia institucional del Estado en los territorios afectados» y abogan además por dar una amplia participación de las comunidades de esos territorios en la puesta en marcha de acciones conjuntas para solucionar el problema de los cultivos ilícitos.
Junto a la noticia de estos avances, la jornada de cierre de esta ronda de diálogo tuvo como telón de fondo la polémica sobre el supuesto espionaje de la inteligencia militar colombiana a los negociadores del Gobierno, líderes de izquierda y corresponsales que cubren los diálogos de paz en La Habana.
Por primera vez desde que se conoció el caso, el jefe de los delegados de paz del presidente Juan Manuel Santos, Humberto de la Calle, se pronunció hoy al respecto para expresar su confianza en que las instituciones colombianas aclaren el asunto.
«Nuestra actitud es confiar en que los mecanismos institucionales en marcha esclarezcan la verdad de lo ocurrido, tal como lo planteó el presidente Santos», afirmó De la Calle en una declaración leída ante los medios.
También el equipo de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) se refirió al tema, que «causa una gran molestia» a la guerrilla, según dijo su número dos y jefe de su delegación de paz, «Iván Márquez» (alias de Luciano Marín Arango).
«Me imagino qué pueden estar pensando los delegados del propio Gobierno, porque realmente no tiene presentación que los servicios de inteligencia de un Estado espíen a sus propios voceros en una mesa tan trascendental como esta de La Habana, donde intentamos encontrar la solución definitiva a un conflicto tan prolongado», dijo Márquez.
Humberto de la Calle, el alto comisionado de Paz, Sergio Jaramillo y el director de la Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR), Alejandro Eder, encabezan una lista de personajes supuestamente espiados por un sector del Ejército.
El caso fue revelado el 4 de febrero por la revista colombiana Semana, según la cual un grupo de militares, exmilitares y expertos en informática presuntamente espiaron a los negociadores y a líderes de la izquierda colombiana desde una centralita en Bogotá que utilizaba como tapadera un restaurante.
Parece que esas actividades de espionaje han alcanzado también a un numeroso grupo de periodistas extranjeros y colombianos que cubren en La Habana los diálogos de paz entre el Gobierno y las FARC, según divulgó esta semana la cadena de televisión Univisión.
Tras concluir esta ronda de conversaciones, los delegados del Gobierno y la guerrilla retomarán sus conversaciones de paz en Cuba el próximo 24 de febrero.
La Habana, 13 feb (EFE).-