El español Rafael Nadal logró su octavo título en Barcelona tras batir a su compatriota Nicolás Almagro, por 6-4 y 6-3, en una hora y treinta y dos minutos, en una final marcada por la aparición de la lluvia al inicio y al final del partido.
Nadal, que no pierde en el Godó desde que cayera ante Àlex Corretja en segunda ronda de 2003, sumó su trigésimo novena victoria consecutiva en la capital catalana, donde las lesiones de 2004 y 2010 le han impedido protagonizar una gesta mayor.
El mallorquín logra, de este modo, el 54 título de su carrera y el cuarto de la temporada -tras los de Sao Paulo, Acapulco e Indian Wells- en seis finales consecutivas, una botín impensable para él después de estar más de siete meses parado por una lesión de rodilla.
Y eso que, como ante el francés Paire en cuartos y el canadiense Raonic en semifinales, Nadal empezó cediendo hoy su servicio. Contra Almagro además, lo hizo dos veces seguidas, así que el murciano se colocó 3-0 nada más arrancar el partido.
Empezó a llover en la central y Almagro miraba al juez de silla como pidiéndole que parase el partido, mientras Nadal, pese a ir por detrás en el marcador, parecía no tener ninguna intención de abandonar la pista.
El heptacampeón de Roland Garros, que hasta ese momento solo había logrado tres puntos y cometido varios errores no forzados impropios de él, tenía un plan, y empezó a jugar más agresivo a partir de entonces.
Nadal encadenó cuatro juegos seguidos para ponerse 4-3, pero se trataba de un resultado engañoso, porque Almagro, en su primera final ante el balear, estaba jugando realmente bien, pegando fuerte y profundo de derecha y de revés y moviendo bien a su rival.
A esas alturas del choque, el cielo había dado una tregua al partido y el murciano se reenganchó a él. Tuvo tres bolas de rotura para ponerse 5-4 y saque, pero Nadal las salvó las tres, logró mantener su servicio y romper el de su rival en el juego siguiente, desplegando el mejor tenis que se le ha visto este año en Barcelona.
El murciano había jugado un primer set más que digno, a la altura del duodécimo jugador del ránking mundial e, incomprensiblemente, se le había escapado, una sensación que, ante Rafa Nadal, se repite una y otra vez en muchos tenistas.
La frustración se fue apoderando poco a poco de Almagro en el segundo set, y eso que salvó un 0-40 para ponerse 1-1. Sin embargo, Nadal logro romperle el servicio en la siguiente ocasión y ponerse 4-1 arriba.
Almagro vio cerca el final y, aunque fue capaz de sumar dos juegos más con su servicio, Nadal, que a estas alturas del partido ya se había convertido en un muro infranqueable, no le concedido ninguna oportunidad de romper el suyo.
El murciano acabó claudicando como lo hacen casi todos cuando se enfrentan al rey de la tierra, «un monstruo que está por encima de los demás en esta superficie», como el mismo Almagro, que ha perdido sus diez partidos contra Rafa, reconoció en los parlamentos al final del partido.
Ginés Muñoz./Barcelona, 28 abr (EFE).-