En apuros para alimentar a su familia tras perder su trabajo como limpiadora a principios de este año, Norma Villarreal, de 56 años, fue el miércoles a la iglesia en las pobres afueras de Buenos Aires y esperó en la oscuridad antes del amanecer durante más de una hora para pedirle a San Cayetano, el santo patrono del pan y el trabajo.
“Tenemos mucha hambre y estamos cansados y como el gobierno nunca hace nada por nosotros, fui a preguntarle al santo”, dijo Villarreal sobre el sacerdote católico romano canonizado en 1671 por usar su fortuna familiar para ayudar a los pobres de Nápoles.
A lo largo de décadas de cambios políticos en Argentina, la peregrinación anual del 7 de agosto al Santuario de San Cayetano ha servido como un potente y sombrío recordatorio de que en Argentina la desesperación económica sigue siendo una constante. Pero este año podría ser único en una cosa: la desesperación por el creciente desempleo que lleva a los argentinos a invocar a San Cayetano ha sido igualada por la rabia por el doloroso programa de austeridad del presidente libertario Javier Milei.
Las impactantes medidas económicas del gobierno —que apuntan a recortar el gasto público anual en aproximadamente un 3% del producto interno bruto del país— han creado una recesión insoportable, elevando el desempleo a casi el 8%.
Las multitudes de peregrinos envejecidos que se persignan y agarran rosarios afuera del santuario han disminuido en los últimos años, un reflejo, dicen los observadores, más de la relevancia decreciente del catolicismo romano en Argentina que de cualquier mejora en la tasa de desempleo, que aumentó dos puntos porcentuales en los últimos cinco meses.
Después de la peregrinación del miércoles, los sindicatos del país y los partidos de oposición de izquierda reunieron a miles de personas para protestar frente al palacio presidencial en el centro de Buenos Aires, donde corearon consignas contra Milei y lamentaron sus despidos masivos de trabajadores del gobierno.
“No desayunamos, sólo tomamos un poco de té por la mañana, pero él no ve eso… dice que somos la causa del problema”, dijo Ana María Muñoz, de 60 años, quien fue despedida de un trabajo municipal en una ola de despidos hace cinco meses provocada por los recortes presupuestarios de Milei. Desde entonces no ha podido encontrar trabajo.
“Se deshicieron de mí, no sé si fue por mi edad o qué, pero a muchos de nosotros nos han despedido”, dijo mientras portaba la pancarta del sindicato de trabajadores de su estado en la plaza principal de la ciudad.
Si bien Milei ha priorizado la lucha contra la vertiginosa tasa de inflación del país, que cayó en junio al 4,2% mes a mes, la más baja desde enero de 2022, la inflación anual aún supera el 270%, una de las tasas más altas del mundo, superando los salarios. El desempleo se ha convertido en una preocupación creciente a medida que el gobierno de Milei congela los proyectos de obras públicas y cierra ministerios en su campaña para reducir el Estado.
“No hay humanidad ni siquiera atención a la calidad en las decisiones que se toman”, dijo Orlando Ortega, un trabajador estatal de 58 años cuyo antiguo empleador, la Secretaría Nacional de la Niñez, fue recientemente disuelta e incorporada junto con otras agencias gubernamentales al Ministerio de Capital Humano.
Dijo que el gobierno recortó tanto su presupuesto que aquellos que escaparon de la última ronda de despidos apenas pueden realizar su trabajo.
“Durante siete meses no hemos tenido recursos, no podemos viajar, podemos brindar algún apoyo logístico básico, pero ni siquiera estamos implementando políticas”, dijo, gritando para hacerse oír por encima del estruendo de las granadas de sonido y los estruendosos cánticos de sus compañeros sindicalistas en la plaza. “Si lo piensas, despedir a unos cien parece haberle costado al gobierno más de lo que lo ayudó a ahorrar”.
En su conferencia de prensa diaria, el portavoz de Milei calificó las protestas contra el desempleo del miércoles como una maniobra política de la oposición.
“Este gobierno vino a erradicar los males que han azotado a los argentinos durante décadas”, dijo el portavoz Manuel Adorni, acusando a los organizadores de la protesta de ser “responsables del desastre económico que heredó este gobierno”.
Los dirigentes sindicales respondieron y describieron su marcha como una manifestación natural de ira y dolor por la pérdida de empleos.
“Exigimos que Milei nos devuelva los empleos que nos quitó y el dinero que nos robó”, dijo Rodolfo Aguiar, presidente de la Asociación de Trabajadores del Estado. “El superávit fiscal se construye sobre el sufrimiento”.