Río de Janeiro, 12 ago (EFE).- El nadador estadounidense Michael Phelps, el deportista más laureado de los Juegos Olímpicos, volvió a agigantar su leyenda tras colgarse este jueves su vigésimo sexta medalla, la vigésimo segunda de oro, al imponerse este jueves en la final de los 200 estilos.
Un triunfo que sirvió al norteamericano para conseguir uno de los pocos retos que aún se le resistían, tras igualar a sus compatriotas, los atletas Carl Lewis y Al Oerter como los únicos capaces de ganar una misma prueba individual en cuatro Juegos Olímpicos consecutivos.
Proeza que tuvo esta vez como víctima al japonés Kosuke Hagino, el hombre que parece destinado a heredar el trono de Michael Phelps, y que hoy tuvo que conformarse con la plata, como le ocurriera tantas veces al estadounidense Ryan Lochte.
Un Lochte, que podría haber marcado una época, como atestiguan sus doce medallas olímpicas, si no hubiera coincido en el tiempo con Phelps, y que hoy ni tan siquiera pudo subir al podio, tras concluir quinto en la final de lo 200 mariposa.
Todavía más sorprendente fue la ausencia en el podio de los 100 libres de la australiana Cate Campbell, que concluyó sexta en una final en la que la estadounidense Simone Manuel y la canadiense Penny Oleksiak compartieron el oro, tras firmar un idéntico crono de 52.70, nuevo récord olímpico.
Una circunstancia que no se repetía desde Los Ángeles 1984 cuando las estadounidenses Carrie Steinseifer y Nancy Hogshead compartieron el primer escalón del podio en la prueba del hectómetro.
Y es que Cate Cambell, al actual plusmarquista mundial se vio arrollada por el tsunami que provocó la jovencísima Penny Oleksiak, tras, que tras firmar un espectacular crono de 27.00 en el último largo, que le permitió pasar de la séptima posición a la primera plaza.
Un ciclón que sólo pudo aguantar la estadounidense Simone Manuel y que se llevó por delante a las hermanas Campbell, Bronte la vigente campeona mundial, y Cate, la plusmarquista universal, que concluyeron en cuarta y sexta posición respectivamente.
Daños que logró minimizar la sueca Sarah Sjostrom, otra de las máximas favoritas al título, que logró finalmente colgarse la medalla de bronce con un tiempo de 52.99.
Por su parte, la nadadora japonesa Rie Kaneto confirmó los pronósticos que la señalaban como la gran favorita y se colgó el oro en la final de los 200 braza con un tiempo de 2:20.30.
Kaneto, que llegó a Río con la mejor marca mundial del año, no dio opción, como ya ocurriera el pasado año en los Mundiales de Kazan a la rusa Yuliya Efimova, que debió conformarse con la plata tras tocar 1.67 segundos después de la japonesa.
Una plata, que como ya ocurrió en la final de los 100 braza, en la que Efimova también ocupó el segundo puesto, tuvo como banda sonora los abucheos del público por la supuesta implicación de la nadadora en el dopaje de estado ruso.
Completó la nomina de ganadores de la jornada el estadounidense Ryan Murphy, que se consagró como el rey de la espalda de los Juegos Olímpicos de Río, tras añadir este jueves al triunfo que logró en la prueba del hectómetro el oro en la final de los 200 espaldas.
Murphy, que se impuso con un tiempo de 1:53.62, hizo valer su mayor fortaleza terminal para resistir el acoso del australiano Mitch Larkin, el vigente campeón mundial, que tuvo que conformarse por 34 centésimas con la plata y el ruso Evgeny Rylov, que se colgó el bronce.
Por Javier Villanueva