MED, COLOMBIA – Luego de decretarse siete días de duelo por su fallecimiento, Medellín expresó este viernes su amor por el pintor y escultor Fernando Botero, su hijo más ilustre, al que homenajeó con flores, música y mensajes para agradecer por iluminar con sus obras a una ciudad que estuvo en tinieblas.
En la Plaza Botero, donde reposan 23 esculturas en galería a cielo abierto, con las interpretaciones de la Escuela de Música de Boston de «El día que me quieras» y «Yesterday» empezó el homenaje póstumo, organizado por las autoridades locales, al que se fueron sumando espontáneos poniendo flores a los pies de sus obras y escribiendo mensajes en un muro.
«Se fue un grande», «gracias por dejarnos un gran legado» y «tus ideas las plasmaste como quisiste» escribieron algunos de sus coterráneos en medio del acto simbólico que congregó a cerca de un centenar de personas en el sitio más ligado de la ciudad con el artista que murió a los 91 años.
«Estamos hoy desde la Plaza Botero rindiendo un homenaje al pintor y escultor más grande que ha dado el país en toda su historia. Estamos celebrando su vida, su legado, su obra», expresó el alcalde de Medellín, Daniel Quintero, quien estuvo acompañado por tradicionales silleteros para rendir tributo junto a ellos al artista con ofrendas florales frente a la escultura La Cabeza.
Quintero remarcó que las obras que Botero compartió con la ciudad «hacen de Medellín un lugar muy especial y que lo va a recordar para siempre», al considerarlo «uno de los hijos más grandes de esta tierra antioqueña, un hombre cuya grandeza se asemeja a la de nuestras montañas».
Nostalgia por su partida
Mientras, en la entrada principal del Museo de Antioquia, que cuenta con 189 obras de Botero y que anunció entrada gratuita para que los asistentes puedan disfrutar en sus salas de obras como Exvoto y Pedrito o la serie Viacrucis, turistas y locales posaban junto a una imagen del escultor y pintor, que se fue llenando de flores, y compartían historias sobre el hombre que hizo del volumen su firma.
Rafael Varela lleva 20 años trabajando en la Plaza Botero, donde optó por vender artesanías, la mayoría de ellas pequeñas réplicas de las obras que reposan en esa galería al aire abierto; son hechas en bronce y arcilla, y las vende entre 20.000 y 50.000 pesos (entre 5,10 y 20,74 dólares).
En una repisa muestra el Hombre a Caballo, Gato, Perro, Mano y hasta la Paloma de la Paz, figuras que «le interesan a los turistas que viene acá», contó a EFE el vendedor algo nostálgico por la partida de un artista que admira y que, sin saberlo, ayuda con su sustento diario.
«Me da tristeza que muriera el maestro después de conocerlo hace tanto tiempo acá. Yo lo vi varias veces aquí, donde el donó todas estas obras tan bonitas y diferentes porque a él lo que le gustaba era lo bastante», comentó el hombre de 74 años.
Para la joven Valeria Aponte, intérprete del contrabajo durante la intervención musical, no es desconocido el aporte de Botero al arte, por ello se sintió «orgullosa» de poder participar en el primer homenaje que rindió la ciudad al fallecido artista.
«Fue importante para nosotros participar en un momento especial y al mismo tiempo tan sensible. Elegimos temas tranquilos para llevar este momento solemne», comentó la música.
La directora del Museo de Antioquia, María del Rosario Escobar, dijo a EFE que el maestro debe ser recordado «como un colombiano que logró lo que se propuso con estudio, con trabajo fuerte, y que en el momento en que lo logró, fue generoso, pensó en los demás y quiso expandir todas sus capacidades desde el arte hacia los que no tuvieron su misma suerte».
