A falta de diez días para los comicios presidenciales en Venezuela y embarcados en frenéticos recorridos en una muy breve campaña, los candidatos Nicolás Maduro y Henrique Capriles se visualizaron hoy ganadores de la contienda y desde ya reclamaron ayuda a sus seguidores para poder gobernar.
Maduro, actual presidente encargado y candidato del chavismo, recorrió tres estados en el occidente del país en los que aseguró que ya está preparado para ser el jefe de Estado y vaticinó que en la noche del 14 de abril se anunciará que fue electo como gobernante constitucional.
«Este amor del pueblo me va a hacer su presidente, estoy preparado ya para ser presidente, me siento seguro de que voy a ser un buen presidente para este pueblo», afirmó Maduro en el estado Yaracuy (oeste) y pidió el apoyo de sus seguidores para superar como mandatario «el tema de la violencia» en el país.
Al pasar por Cojedes, Yaracuy y Carabobo, Maduro arremetió contra el líder opositor Henrique Capriles, a quien llama «caprichito» y «copioncito» (imitador) por supuestamente imitar al chavismo.
Reafirmó, como lo ha hecho en sus últimos discursos, que es «hijo» del fallecido gobernante Hugo Chávez, quien casi tres meses antes de morir lo designó como candidato del oficialismo en caso de que tuvieran que realizarse elecciones anticipadas tras su ausencia.
Subrayó que como Chávez no habrá nadie «de aquí a 500 años» y apuntó en eso está «claro».
«Pero también estoy claro que yo, Nicolás Maduro, soy su hijo», insistió.
Hoy, así como en sus últimos actos de campaña, el presidente encargado hizo una pausa en su discurso para transmitir en pantallas gigantes parte de la última alocución pública de Chávez, el pasado 8 de diciembre, en la que hace la solicitud a sus seguidores de que apoyen a Maduro.
El aspirante chavista recordó, asimismo, que mañana se cumple un mes de la muerte del presidente «único e irrepetible», que falleció tras batallar durante más de 20 meses contra un cáncer.
Capriles, quien hoy visitó los estados Nueva Esparta y Aragua, pidió a sus seguidores que imaginen su triunfo el 14 de abril, e incluso incluyó un recorrido en su agenda al día siguiente de los comicios.
«Quiero que cierren los ojos un momento y se imaginen: 15 de abril, vendré a recorrer estas calles como el presidente de todos los venezolanos», dijo el aspirante de la alianza opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) en la isla de Margarita, en Nueva Esparta (norte).
El opositor, imaginándose ganador, pidió a sus seguidores que al día siguiente de las elecciones, toquen la puerta a sus vecinos chavistas y los inviten a ayudar a Capriles «a construir al país» que ellos también quieren.
Más tarde, desde el estado Aragua (centro), Capriles señaló que está librando una batalla para derrotar a los «enchufados» o enquistados en el poder y pidió al ministro de Defensa, Diego Molero, que el 14 de abril «se ponga al frente» para garantizar que el pueblo pueda votar «en paz» y que su voluntad sea respetada.
También sostuvo que si gana las elecciones dispondrá la salida de los militares cubanos que, aseguró, forman parte de la Fuerza Armada de su país.
«Una vez que asuma la Presidencia, una vez que sea comandante en jefe de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, de nuestra Fuerzas Armada saldrán los militares cubanos. No va a haber injerencia de ningún país en nuestro Ejército», afirmó Capriles.
El líder opositor ha aseverado que Maduro no conoce Venezuela y que sabe más de Cuba que de su país, a lo que el aspirante chavista ha respondido calificando a Capriles como el «príncipe de Nueva York».
Durante la jornada se pronunció, asimismo, la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) para pedirle a los ciudadanos que participen en las elecciones como un acto de «amor a la patria».
«Ir a votar es un acto de responsabilidad y de amor a la patria, a su gente y a su destino», reza un comunicado del Episcopado, y advierte que «la abstención nunca favorecerá al pueblo».
Invitó, de igual forma, a los candidatos a que por la brevedad de la campaña «se centren en la presentación del programa de Gobierno».
«Esto implica abandonar, como tácticas electorales, la violencia política, la descalificación personal y las falsas promesas, para centrarse en propuestas concretas», puntualizó la Iglesia Católica.
Nélida Fernández/EFE