Las consecuencias del cambio climático en la cuenca mediterránea se harán notar fundamentalmente en la escasez de agua dulce, con una reducción prevista de los recursos hídricos disponibles de entre un 15 y un 20 % en 2050 respecto a los niveles medios del siglo XX.
Así lo han puesto de manifiesto científicos climáticos expertos en el Mediterráneo, que este fin de semana participan en el foro de debate que la agencia EFE y el Centro de Cooperación para el Mediterráneo de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN-Med) organizan con motivo de la cumbre del clima de Marrakech, la COP22.
Antonio Navarra, presidente del Centro Euro-Mediterráneo de Cambio Climático, asegura que si no se produce una reducción drástica de emisiones en las dos próximas décadas, las reservas de agua dulce en el Mediterráneo descenderán hasta un 20 % a mediados de siglo.
Esa prevista disminución se deberá, según el científico, a que el aumento de temperatura está alargando cada vez más la estación seca en el Mediterráneo, cada vez se producen menos precipitaciones y el agua se evapora con mayor facilitad debido a un clima más cálido de lo habitual en la temporada de lluvias.
«El incremento de temperatura y la falta de lluvia se están haciendo notar ya en una menor productividad de los cultivos, la caída en las reservas pesqueras y unos acuíferos en peor estado», sostiene Joel Guiot, investigador de paleoclimatología de la Universidad Aix-Marseille (Francia).
Guiot, uno de los mayores expertos mundiales en predicciones climáticas, acaba de publicar en la revista «Science» un estudio que en el que ha detectado que la temperatura actual del Mediterráneo ha subido 1,3 grados respecto a la era industrial, casi cinco décimas más que la media mundial, que está en 0,85 grados respecto a 1985.
Ese incremento de 1,3 grados no es lineal en toda la cuenca mediterránea, sino que hay zonas más afectadas que otras, y en ese sentido la peor parte se la llevan el sur y el este de la cuenca, fundamentalmente España, el Norte de África y Oriente Medio, según apunta Navarra.
Respecto a España, el estudio de Guiot subraya que si no se produce un descenso drástico en las emisiones de CO2 y el aumento de temperatura no se mantiene por debajo del 1,5 grados, la mitad sur de España se convertirá en un desierto a finales de este siglo XXI.
La vía para evitar este tipo de desastres sería, según el científico francés, «que las emisiones mundiales toquen techo antes de 2020 y que a mediados de siglo no se emita más CO2 que el que los ecosistemas naturales pueden absorber por sus mecanismos naturales».
«En 2050 cada tonelada de gases de efecto invernadero debe ser compensada por los sumideros naturales si queremos mantener el planeta bajo control», asegura Guiot.
El científico francés advierte, no obstante, de que si no se produce el «necesario» esfuerzo de los países por reducir emisiones, la temperatura del planeta aumentará ese 1,5 grados que los países se han propuesto no superar en torno a 2030 y que en 2050 el planeta habrá rebasado ya el techo de los dos grados respecto a la era preindustrial.
Esos dos grados supondrían un aumento del nivel del mar en el Mediterráneo de diez centímetros respecto a la era preindustrial, que podría ser superior en el sureste de la cuenca, según los expertos.
En esa línea, científicos como Navarra aseguran que el Acuerdo del clima de París, que acaba de entrar en vigor, marca la «senda correcta» para que los países alcancen la «descarbonización» de sus economías en la segunda mitad de siglo.
Caty Arévalo
Marrakech (Marruecos), 12 nov (EFE).-