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Los diseñadores quieren vender con prendas coherentes y sobrias

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Modelos con vestidos de la diseñadora Teresa Helbig desfilan hoy en la 57 edición de Mercedes-Benz Fashion Week Madrid. EFE

Conscientes de que la mujer desea prendas de largo recorrido, versátiles y muy ponibles, los diseñadores llevaron a la jornada inaugural de la 57 edición de la Mercedes-Benz FashionWeek Madrid prendas muy vendibles, coherentes y sobrias, aptas para salir a la calle en cualquier momento.
Tras una temporada sin desfilar en la pasarela madrileña, Nuria Sardá subió a la pasarela una colección contenida en la que el sujetador será el principal protagonista para la temporada otoño-invierno 2013-2014.
Si en otras ocasiones, la ostentosidad y el lujo empapaban las creaciones de Sardá, esta vez los diseños fueron más tranquilos y sutiles.
La muselina de seda, el tul, el «voile» y, una vez más, el encaje dieron paso a los modelos más atrevidos y sofisticados, todos ellos bañados en negro y realzados con accesorios de reminiscencias futuristas y eróticas, realizados por el creador Assad Awad.
A continuación, Francis Montesinos viajó en el tiempo para rescatar en la jornada inaugural sus mejores diseños de los años 80 y hacer un homenaje a la Movida madrileña, una época en la que el diseñador valenciano ya apostó por el «made in Spain».
«Es la Movida. Y yo tuve la suerte de estar ahí», recordó un nostálgico Montesinos, que ha subido a la pasarela aquellas cazadoras «bomber» reversibles y prendas que rememoran la entonces criticada ambigüedad entre la moda masculina y la femenina.
«La estética barroca española y el estilismo de las estrellas del rock son dos espíritus que se besan», explicó a Efestilo Hannibal Laguna, que, en esta ocasión, combinó las siluetas rotundas y voluptuosas con otras más etéreas y románticas. En definitiva, más vendible.
A lo largo del desfile, se vieron piezas con cortes asimétricos, amplios volúmenes y cinturas pronunciadas, así como bellas faldas de línea «corola», patrón que adoró el mítico costurero francés Christian Dior.
Coherente y refinada fue la colección de Teresa Helbig, diseñadora que ha dejado a un lado el bordado artesanal y prefirió adornar sus piezas con figuras geométricas de metacrilato.
Inspirándose en «las líneas geométricas y las ilusiones ópticas del ‘op-art'», construyó una serie de prendas abrigadas y muy elegantes para una mujer «sofisticada y segura de sí misma».
A primera hora de la tarde, Miguel Palacio hizo del vestido el elemento vertebrador de su propuesta para la próxima temporada, una pieza que reivindica una silueta femenina y urbana de «grandes hombros, rectos y elevados», que imprimen a la colección un aire ochentero.
Aunque Palacio confesó que no le gusta «inspirarse en ningún elemento» ni piensa en ningún tipo de mujer a la hora de crear sus colecciones, la de esta tarde estaba claramente dirigida a una mujer urbana, sofisticada y con un punto «sexy».
El aire ochentero de la colección se entrevé en los «cinturones grandes, casi corpiños», y las hombreras «marcadas y elevadas», dos elementos que junto a los altísimos tupés cardados de las modelos, han hecho de la colección un regreso al legendario Studio 54 neoyorquino.
Por su parte, Ana Locking cree «cien por cien» en el «prêt-à- porter», lo que para ella «es la esencia de la moda». Por eso llevó a la pasarela madrileña una colección escrita en clave «comercial, muy apetecible y versátil», con la que quiso conquistar al consumidor.
La pasarela madrileña echó el cierre en su primera jornada con el desfile compartido de Juana Martín y Maya Hansen.
Mientras que la primera reivindicó la tradición de la artesanía española, que convierte en diseños cosmopolitas y contemporáneos, la segunda, tras un viaje al imperio austro-húngaro, subió a la pasarela una colección en la que convive la estética alpina y el lujo palaciego de Sisí Emperatriz.
De este modo, la ecléctica Maya Hasen cosió con el «leitmotiv» del imperio austro-húngaro una colección «más comercial», en la que, como no podía ser de otra manera, el corsé, pieza fetiche de su firma, ha sido el eje central del desfile.
Música palaciega, cuernos-moño para cada modelo y todo el lujo posible en pieles, bordados dorados, blancos y botas altas dominaron la pasarela en una propuesta en la que la internacional Hansen combinó la estética de tradición alpina, el lujo y la grandeza del palacio de Sisi Emperatriz.
La pieza estrella de su desfile fue un impactante y brillante corsé-joya formado por 600 piezas Swarovski y elementos de cristal transparente, con un peso cercano a los 10 kilos, que cerró el desfile y coronó la primera jornada de la Mercedes-Benz Fashionweek Madrid.(EFE).-

 

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