Dos mil dólares. Eso es lo que gasta cada año una típica familia de Ontario con dos coches en impuestos sobre la gasolina.
A veces, las cifras grandes pueden resultar difíciles de procesar, pero la sensación de pavor que sienten los habitantes de Ontario cuando el contador del gas avanza no lo es.
Vaya a la gasolinera y verá a las mamás llenando el tanque de combustible de sus minivans antes de la práctica de fútbol, rezando para que el taxímetro no pase de $100 para poder llevar a los niños a McDonald’s después de una hora de entrenamientos.
O padres que cargan combustible después de una semana de largos viajes a la oficina y que podrían optar por llenar el tanque solo hasta la mitad para tener suficiente dinero para comprar alimentos en el camino a casa para la cena del viernes por la noche.
Con demasiada frecuencia, la gente se da por vencida al ver la factura del gas, sin saber a quién culpar. Pero lo cierto es que gran parte de la culpa de los altos precios del gas recae sobre nuestros políticos.
El precio promedio de la gasolina en Ontario a fines del mes pasado fue de $1,66 por litro . De ese costo total por litro, la friolera de 56 centavos correspondían a impuestos.
Esto significa que más de un tercio del precio de la gasolina son impuestos: dinero que sale de los bolsillos de familias trabajadoras y va a las arcas del gran gobierno.
Una familia que llena el tanque de combustible de un Dodge Caravan y un Honda Accord una vez cada dos semanas termina pagando casi 2.000 dólares en impuestos sobre la gasolina en el transcurso de un año. Eso equivale a dos meses de compras de comestibles para una familia de cuatro.
Sí, los impuestos a la gasolina existen desde hace décadas, pero los políticos actuales, en particular los de Ottawa, siguen aumentando cada vez más la carga impositiva.
El impuesto al carbono del gobierno de Trudeau cuesta ahora 17,6 centavos por litro. Para esa familia que llena el tanque del Caravan y el Accord una vez cada dos semanas, en el transcurso de un año, la factura del impuesto al carbono alcanzará los 604 dólares.
Y es un coste que no se cobraba en la gasolinera hace apenas seis años.
Si un impuesto de 56 centavos por litro le parece mal ahora, espere a ver lo que el Primer Ministro Justin Trudeau tiene reservado para los canadienses.
Trudeau planea seguir aumentando su impuesto al carbono todos los años hasta 2030.
En la actualidad, el impuesto al carbono cuesta 17,6 centavos por litro de gasolina en las estaciones de servicio. En seis años, cuando se hayan implementado plenamente los dos impuestos al carbono de Trudeau (el segundo se aplicará a través de regulaciones sobre combustibles), esa cifra será de 54,4 centavos por litro.
Y eso elevará la factura fiscal total por litro a 1,04 dólares.
Para 2030, esa misma familia que llena el Caravan y el Accord cada dos semanas pagará más de 1.800 dólares en impuestos al carbono.
Y el costo total de los impuestos a la gasolina por año ascenderá a $3,570.
Este es un futuro que los canadienses no pueden permitirse, y el impuesto federal al carbono está haciendo que ese futuro sea inasequible.
El gobierno de Trudeau ha tratado de argumentar que, de alguna manera, al cobrar un impuesto al carbono, pagar a burócratas para recaudarlo, cobrar un impuesto a las ventas además de ese impuesto al carbono y luego usar una fórmula mágica para enviar parte de ese dinero de regreso a los contribuyentes, los canadienses estarán mejor.
Cualquiera que compre eso debería buscar una propiedad frente a la playa en Saskatoon.
Y no habrá reembolsos por el segundo impuesto al carbono de Trudeau.
Para aquellos que se lo preguntan, hay políticos dispuestos a reducir los impuestos al combustible para hacer que la vida en las gasolineras sea más asequible.
Los gobiernos provinciales de todo tipo, desde los liberales en Terranova y Labrador hasta los conservadores progresistas aquí en Ontario y el NDP en Manitoba, han reducido los impuestos al combustible, ahorrándoles a las familias cientos de dólares.
Los aumentos de impuestos al carbono programados por Trudeau para los próximos seis años aplastarán los presupuestos familiares como un asteroide que extermina a los dinosaurios. Es hora de que los federales aprendan de las provincias y bajen los costos en las gasolineras.
Esto significa que la eliminación del impuesto al carbono debería ser una prioridad.
