Luego del atentado ocurrido esta semana en Toronto he visto los diferentes debates y discusiones en la red relacionada sobre, si Alek Minassian, el hombre que manejaba la una camioneta con la cual atropello a peatones inocentes dejando como saldo, 10 muertos y 14 heridos en Toronto, es un enfermo mental, un misógino radicalizado o un terrorista, o alguna combinación de eso.
Para algunos no hace diferencia: la gente está muerta, otros están luchando por sus vidas. Muchos más están traumatizados. Ya fuera por odio o enfermedad que Minassian presuntamente subiera a esa camioneta y la convirtiera en un arma de dos toneladas, no parece marcar una diferencia desde ningún punto de vista.
Los debates o discusiones en las redes, no recuperarán a las víctimas ni sanara de sus traumas a los heridos.
Muchos opinan en las redes, que la enfermedad mental es la culpable. Esto lo dicen basándose en los informes de afirman que Minasian pertenecía a un programa de necesidades especiales en la escuela secundaria y vagabundeaba por los pasillos maullando como un gato.
Otros opinan que, Minasian es un misógino violento. Esto lo piensan basados en un grupo de Facebook al cual pertenecía Minasian. los pertenecientes a este grupo se autodenominan, «Incel Rebellion» (involuntariamente célibes) los miembros de este grupo admiran al tirador Elliot Rodger un psicópata que habría realizado un atentado en Santa Barbara, California. Luego de crear el perfil del grupo refleja una cultura en línea peligrosa alimentada por la masculinidad frágil.
Y otros han considerado a Minasian como un terrorista -basado en la interpretación literal de lo que sucedió en Toronto, nuestra renuencia colectiva a usar la etiqueta en los casos en que el perpetrador no grite primero «Allahu Akbar».
Cada caracterización tiene mérito. Simplemente no estoy seguro cual punto de vista es «correcto» lo si está claro es que este es un atentado doloroso para la sociedad canadiense.
Por un lado, las caracterizaciones tempranas a menudo son incorrectas. El atentado de Pulse el Nightclub en Orlando, Florida, por ejemplo, fue etiquetado como un ataque dirigido contra la comunidad LGBT, pero esa afirmación fue desacreditada en el tribunal cuando se reveló que el tirador no tenía idea de que Pulse era un club nocturno gay. Un guardia de seguridad en el club recordó al pistolero preguntando dónde estaban todas las mujeres minutas antes de comenzar a disparar.
El reciente tiroteo en la escuela secundaria en Parkland, Florida, también fue caracterizado como un alboroto por un miembro de un grupo de supremacía blanca hasta que la acusación fue revelada como un engaño deliberado.
Algunos argumentarán que etiquetar a los perpetradores de ataques puede ayudarnos a comprender quiénes son y sus motivaciones, ayudando a efectuar cambios para evitar futuros ataques. Pero en la gran mayoría de los casos las percepciones de la gente y hasta de los mismos investigadores no es la correcta.