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Las inundaciones amenazan el vertedero de Asunció, fuente de empleo de familias pobres

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Fotografía aérea de este martes, 3 de julio, de una zona inundada en la rivera del Río Paraguay. EFE
Fotografía aérea de este martes, 3 de julio, de una zona inundada en la rivera del Río Paraguay. EFE

La subida del río Paraguay ha echado de sus viviendas a los habitantes de las barriadas más pobres de Asunción, ubicadas en torno al mayor vertedero del país, que por el riesgo ecológico provocado por las inundaciones podría cerrar dejando a miles de personas sin trabajo.

Unos 3.000 vecinos del barrio de Cateura y alrededores viven directa o indirectamente del basurero, que ha sido declarado en alerta ambiental por el Congreso debido a que el río Paraguay lo ha rodeado casi por completo, dejándolo como una isla de basura en forma de pirámide y a riesgo de derramar residuos tóxicos al agua.
El vertedero está en una de las zonas más pobres y estigmatizadas de Asunción, conocida como Bañado Sur, un conjunto de barriadas que crecieron sin control gubernamental durante décadas en la margen del río, que cada día las sumerge un poco más.
En lo alto de la montaña de basura y tierra, unas 600 personas hunden sus manos desnudas en montones gigantes de residuos, entre los que buscan plásticos, papeles y otros elementos reciclables para su venta.
«Si lo cierran nos quedamos sin trabajo», dijo a Efe Catherine Beatriz Santander, de 22 años, mientras metía los plásticos encontrados en bolsas que llegan a pesar 30 o 40 kilos, que luego carga en su espalda hasta el lugar de venta.
Esta madre de tres hijos, ahora desplazada por las inundaciones, trabaja en el basurero desde los 14 años y, pese a que gana unos nueve dólares al día, «para comer no más», según dijo, desea que continúe abierto.
La subida de los ríos por las lluvias de los últimos meses ha desplazado a 240.125 personas en todo Paraguay, 80.060 de ellas en Asunción, según la Secretaría de Emergencia Nacional (SEN).
En la capital los desplazados se han trasladado a los terrenos de dos cuarteles, con familiares o repartidos en 91 asentamientos precarios que ellos mismos han construido con lonas, chapas y maderas en calles y plazas.
El alza ininterrumpida del caudal ha obligado a algunos de ellos a desmontar sus barracas para moverse de nuevo a cotas más altas.
«Ahora hasta es difícil encontrar lugar en las aceras de las avenidas», explicó Santander, que no sabe donde irá con su familia si el agua sigue subiendo.
El vertedero, donde entran cada día unas 800 toneladas de basura, en un trasiego interminable de pesados camiones, tiene cada vez más cerca las casetas de los refugiados, que al ver como el agua se traga sus casas, escuelas y calles, se desplazan con sus pocas pertenencias hacia el perímetro del mismo.
«Si nos alejamos más no podemos venir a trabajar. Nosotros vivimos al día, si no trabajo, mis hijos no comen», dijo a Efe Ángela Castillo, de 29 años, que tiene tres niños.
Castillo pidió a las autoridades que si cierran el vertedero les faciliten una fuente alternativa de trabajo.
El diputado liberal Vera Bejarano, que impulsó la declaración de emergencia del vertedero, destacó el peligro de que el agua del río se mezcle con los 40 millones de litros de líquido acumulado en la pileta de lixiviado, que tiene «alto potencial contaminante».
Eso podría generar «una catástrofe ambiental con consecuencias internacionales», aseguró.
El río ha llegado a la base del talud que protege esa pileta, que tiene otros dos metros de altura, según el diputado.
El director de la empresa Empo & Asociados, Enrique Ortuoste, que gestiona el vertedero municipal, dijo a Efe que están aplicando el plan de contingencia acordado y supervisado por la Secretaría del Ambiente de Paraguay (SEAM) para trasladar los residuos dentro del propio perímetro del basurero, que no prevén cerrar.
En cambio, la titular de la SEAM, María Cristina Morales, dijo a Efe que el vertedero tiene un periodo de vida limitado y que las inundaciones «posiblemente aceleren» su cierre.
«Ahora entramos en un proceso de clausura del relleno sanitario hasta que Cateura quede como una estación de transferencia, pero el reciclado de basura todavía se va a realizar», añadió en una visita al vertedero.
Esas declaraciones asustan a quienes trabajan allí. «No quiero pedir ni robar, no tengo estudios y ésta es mi única fuente de vida», explicó Castillo.

Santi Carneri / Asunción, 5 jul (EFE).-

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