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La ruta marítima ártica, ¿delirios de grandeza o alternativa al canal de Suez?

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La ruta ártica, vía marítima que podría revolucionar el transporte mundial de mercancías, avanza sin prisas, pero sin pausas, pese a la crisis económica y la ralentización de la economía china. EFE/Archivo
La ruta ártica, vía marítima que podría revolucionar el transporte mundial de mercancías, avanza sin prisas, pero sin pausas, pese a la crisis económica y la ralentización de la economía china. EFE/Archivo

La ruta ártica, vía marítima que podría revolucionar el transporte mundial de mercancías, avanza sin prisas, pero sin pausas, pese a la crisis económica y la ralentización de la economía china.
«La ruta ártica no puede competir con el canal de Suez, pero sí puede ser una alternativa. Tiene ventajas, como la seguridad, y desventajas, como el clima», dijo a Efe Serguéi Valentéi, profesor de Economía en la Universidad Plejánov de Moscú.
El presidente ruso, Vladímir Putin, lanzó formalmente esa ruta en 2011 al calificarla de «arteria de transporte internacional capaz de competir con las rutas tradicionales en coste de servicios, seguridad y calidad».
Y desde entonces, Rusia ha procedido a construir una nueva flota de rompehielos, puertos de abastecimiento, centros de coordinación de operaciones de salvamento y bases militares a lo largo de esa inhóspita costa septentrional.
Sobre el papel, esa vía náutica es casi un tercio más corta que la tradicional, lo que permitiría optimizar gastos a la hora de transportar desde hidrocarburos a artículos imperecederos desde Europa hasta la región de Asia Pacífico, además de que no existen piratas como en el Cuerno de África.
Un barco tiene que recorrer 10.600 kilómetros para llegar por el norte desde la ciudad rusa de Múrmansk al puerto chino de Shanghái, mientras que si opta por cruzar el Suez necesita surcar 17.700 kilómetros.
La URSS llegó a transportar de manera subsidiada millones de toneladas anuales a través de esa ruta, pero el coste era altísimo, por lo que el proyecto fue aparcado hasta que el Kremlin decidió desempolvarlo.
¿El motivo? El calentamiento global, ya que la considerable reducción de la capa de hielo que cubre el océano Glacial Ártico facilita el trabajo a los rompehielos atómicos e incrementa gradualmente el período de navegación.
Según algunos expertos, el progresivo deshielo que se debe al ascenso de las temperaturas conducirá a que hacia 2040 este océano quede totalmente despejado en verano, lo que permitirá prescindir de los rompehielos durante varios meses cada año.
Los principales clientes de esta ruta serían China, en primer lugar, y también Japón y Corea del Sur, ya que transportar mercancías hasta los mercados de los países del sureste asiático ya no sería rentable, según el experto.
China, que está invirtiendo grandes cantidades de dinero en la nueva Ruta de la Seda, con especial énfasis en una vía férrea a través de Asia Central, también podría utilizar el corredor ártico para la exportación de sus artículos al mercado europeo.
Según Valentéi, una de las claves para el futuro de esta ruta es la demanda de gas licuado que Rusia extrae en la península de Yamal, cuyos yacimientos acogen las mayores reservas de gas del planeta.
Precisamente, Putin aprobó a principios de año la compra del 9,9 % de a compañía Yamal LNG por parte de la china SRF (Silk Road Fund), el tercer inversor que respalda el proyecto tras la francesa Total y la también china CNPC.
«En Yamal se está construyendo un moderno puerto capaz de recibir buques árticos, ya que para transportar el gas licuado se necesitarán unos 16 petroleros», destacó el economista ruso.
La ruta ártica también saldría beneficiada si la ONU reconoce que que el lecho marino del Ártico, en concreto la cordillera submarina de Lomonósov, es una continuación de la plataforma continental rusa, lo que permitiría a Moscú explotar sus ingentes recursos.
Esos hidrocarburos tendrían como destino el gigante asiático, que quiere reducir su dependencia tanto del petróleo de Oriente Medio, como del carbón, que es muy contaminante, aunque Pekín también baraja apostar por el gas de esquisto.
Debido a las grandes inversiones que exige, la crisis económica, que ha sumido en una profunda recesión a la economía nacional, ha sido un duro varapalo, aunque no ha sido él único obstáculo.
Las sanciones occidentales a Rusia han obligado a aplazar algunos proyectos, debido a que han ahuyentado posibles inversores y a la imposibilidad de importar tecnología de la que el país carece, como es el caso de las perforadoras.
Las consecuencias ecológicas del flujo de mercancías por el Ártico también despiertan inquietud, ya que un vertido en esa zona podría tener consecuencias fatales, aunque Putin prometió que la conservación del entorno natural será prioritario.
A nivel práctico, las condiciones climatológicas son impredecibles en esa zona del mundo, cuando el transporte de contenedores es conocido por sus rígidos plazos de entrega.
No se puede ignorar tampoco que Rusia no es el único país con intereses en la zona, ya que EEUU, Canadá o los escandinavos también tienen sus ambiciones geopolíticas en el Ártico y ven con malos ojos la agresiva política del Kremlin en la región.
Según las previsiones, para 2020 el transporte de mercancías a través de la ruta ártica podría alcanzar los 50 millones de toneladas anuales.

Por Ignacio Ortega

Moscú, 8 oct (EFE).-

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