La región chilena de Magallanes y la Antártica, la más austral del mundo, contará con un científico por cada 160 habitantes para el año 2020, cumpliendo así el objetivo de formar una comunidad con un millar de investigadores, según anunció su intendente, Jorge Flies.
«Nos hemos propuesto como meta pasar de los aproximadamente 50 científicos que teníamos en 2014 a más de mil para el año 2020, lo que transformará de forma extraordinaria la relación con la ciudadanía, porque convertirá a Magallanes en una región de ciencia», explica Flies en entrevista con Efe.
«De hecho, ya hay más de 300 científicos que están trabajando permanentemente en la zona», explica el intendente, cirujano de profesión y máster en Gobierno y Cultura de Organizaciones.
«La demanda para poder desarrollar investigación científica en este territorio ha ido creciendo de forma extraordinaria», subraya Flies, quien será anfitrión de una Hackaton de Divulgación Científica y de Innovación que se celebrará en Punta Arenas del 12 al 14 de diciembre.
Pocos años atrás, el Instituto Nacional Antártico Chileno (INACH) podía cubrir perfectamente las peticiones de investigación en la zona antártica y subantártica. Hoy, apenas alcanza a satisfacer el 30 %.
«Nos hemos propuesto iniciar un proyecto de desarrollo científico, tecnológico y de innovación en la región entendiendo las características propias de este territorio, el más extenso de Chile».
La ubicación geográfica significó que en algún momento esta región estuviera aislada del mundo, pero actualmente su condición subantártica y de cercanía con la Antártica chilena adquiere una especial relevancia.
Con un territorio muy extenso (132.291 kilómetros cuadrados, una cuarta parte de España, aproximadamente), y una población escasa (164.661 habitantes, apenas 1,25 habitantes/km²) «nuestra posibilidad de desarrollo productivo es a través de la ciencia, la tecnología y la innovación», detalla el intendente.
«Por eso es tan importante la divulgación, que se conozca que en este lugar hay unas condiciones muy especiales para estudiar nuestro único hogar, que es la tierra».
Magallanes posee una diversidad productiva que va desde el turismo y los servicios hasta la extracción de gas y petróleo (el único lugar de Chile que posee estas fuentes de energía). «Pero, sin duda, el futuro está en nuestra capacidad de desarrollar la ciencia», afirma la autoridad regional.
Instituciones como la Universidad de Magallanes, el Instituto Antártico Chileno o la Universidad de la Frontera permiten tener una base con más de 400 científicos trabajando permanentemente en distintas áreas, desde la biomedicina hasta ciencias básicas en el ámbito biológico, oceanográfico y atmosférico.
Además del desarrollo de la astronomía en el país con los cielos más transparentes del mundo, las autoridades chilenas se han fijado como polo de desarrollo científico el laboratorio natural austral.
Esto se traduce en la mayor inversión en materia científica que que jamás haya hecho Chile en toda su historia, con proyectos que superan los 23.807 millones de pesos (cerca de 40 millones de dólares).
De ello dan cuenta el Centro Antártico Internacional en Punta Arenas, en proceso de diseño; el Centro de Biomedicina, también en Punta Arenas, que está en fase de ejecución, o el Centro de Investigación Subantártica, en Puerto Williams, frente al canal de Beagle.
Además de un Centro de Teledetección y Oceanografía, también en Punta Arenas, y una serie de laboratorios diseminados por la península Antártica.
Estados Unidos, China, Alemania y el Reino Unido ya han fijado su mirada en estos proyectos para que sus investigaciones científicas reciban apoyo en el futuro.
Pero en una región tan alejada geográficamente de los centros mundiales, la conectividad es muy importante. De ahí, la inversión en 3.600 kilómetros de fibra óptica que conectará esta plataforma hasta isla Navarino, la población más austral del planeta.
Este polo de desarrollo científico estará a pleno rendimiento para el año 2019, cuando casi se cumplan 500 años del descubrimiento del estrecho de Magallanes.
«Uno de los pilares productivos de la región es el turismo. Por eso, en la misma estrategia de crecimiento científico, el turismo tiene una veta muy importante», comenta Jorge Flies.
En los últimos tiempos se ha dado un crecimiento turístico explosivo y para los próximos años se calcula un ritmo de aumento anual en torno al 10 %.
Torres del Paine, Puerto Natales y Punta Arenas ya registran una afluencia masiva de visitantes, pero para los próximos años el objetivo es el llamado «turismo de intereses especiales», orientado a la ciencia y la investigación.
«Esto permitirá que las personas que visiten el territorio tengan un alto conocimiento del cuidado de la naturaleza, permanezcan más días en la región y establezcan un intercambio con la comunidad científica», destaca la autoridad regional.
El reconocimiento de la especificidad de Magallanes y la Antártica chilena como una zona especial ha llevado incluso a decretar recientemente que esta región tenga un único horario (el de verano) a lo largo de todo el año.
«Contar con una hora más de luz durante todo el año en una zona tan austral nos va a cambiar la vida», asegura el intendente.
Santiago de Chile, 10 dic (EFE).-