El Consejo de Seguridad de la ONU se sumó hoy a la condena unánime de la comunidad internacional ante la última «amenaza» de Corea del Norte con su nuevo ensayo nuclear, el primero desde que Kim Jong-un llegó al poder hace catorce meses, y abrió la puerta a nuevas sanciones a Pyongyang.
Reunidos de urgencia y a puerta cerrada a petición de Corea del Sur, EE.UU. y Francia, los quince miembros del máximo órgano de decisión de la ONU consensuaron tras dos horas de negociaciones una declaración de condena de la presidencia de turno del Consejo, que este mes recae en el representante de Seúl.
«El Consejo de Seguridad condena enérgicamente el último ensayo, una violación de anteriores resoluciones del Consejo que supone una clara amenaza para la paz y la seguridad internacional», leyó ante la prensa el ministro de Exteriores surcoreano, Kim Sung-hwan, al término de las consultas.
Tras esta primera respuesta se abre ahora un periodo de negociaciones para determinar el alcance de las nuevas medidas, según explicaron a Efe fuentes diplomáticas, que indicaron que habrá que estar pendientes de la posición que adopte China, país con poder de veto y habitual aliado de Pyongyang.
En todo caso, las mismas fuentes precisaron que será «cuestión de tiempo» que se aprueben nuevas sanciones, especialmente «de carácter económico», después de que el Consejo anunciara tras las consultas que se pondrá a trabajar de forma «inmediata» para responder al nuevo ensayo con «medidas apropiadas» en forma de resolución.
Al término de las consultas, la embajadora estadounidense, Susan Rice, dijo hoy a los periodistas que el objetivo ahora no es sólo endurecer las actuales sanciones sino «aumentarlas», y mencionó en concreto que uno de los campos en los que trabajará es en el financiero.
Corea del Norte respondió hoy que su último ensayo atómico fue un «éxito», dijo en tono desafiante que su potencia explosiva demuestra «las excelentes capacidades del poder disuasorio nuclear» del país, y justificó la prueba como parte de sus medidas para defenderse de la «brutal hostilidad» de Estados Unidos.
Una de las primeras voces en reaccionar fue, precisamente, la del presidente de EE.UU., Barack Obama, quien nada más conocerse las primeras informaciones sobre la prueba habló de un acto «altamente provocador» y advirtió que tomará todas las medidas necesarias para defender a su país y a sus aliados, entre ellos Seúl.
El ensayo norcoreano recibió la condena unánime de la comunidad internacional, encabezada por el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, quien lo calificó de «profundamente desestabilizador» en un comunicado y dijo que representa una «clara y grave» violación de las resoluciones del Consejo de Seguridad.
«Corea del Norte es el único país que ha llevado a cabo ensayos nucleares en el siglo 21 y no debe caer en la ilusión de que las armas nucleares mejorarán su seguridad. Al contrario, sufrirá más inseguridad y aislamiento», señaló hoy Ban antes de reunirse a solas con el jefe de la diplomacia surcoreana.
El último desafío había sido el pasado 12 de diciembre, cuando el régimen norcoreano lanzó un cohete de largo alcance Unha-3 que aparentemente logró poner en órbita por primera vez en su historia un satélite de observación, y que llevó a Washington y Seúl a pedir que la ONU reforzara las sanciones contra Pyongyang.
Diez días más tarde, los quince miembros del Consejo aprobaron de forma unánime nuevas sanciones, desde congelar los activos del Comité Coreano de Tecnología Espacial encargado del lanzamiento y de otros organismos norcoreanos hasta imponer restricciones de viaje fuera del país a varios funcionarios.
La detonación de hoy, realizada en la base de Punggye-ri, alcanzó una potencia de entre 6 y 7 kilotones, según datos del Ministerio de Defensa surcoreano, lo cual de confirmarse supondría más de un tercio de la magnitud de la bomba de Hiroshima con la que EE.UU. arrasó esa ciudad japonesa en 1945.
Emilio López Romero/(EFE).-