La reducida cantidad de toallas sanitarias que el Estado cubano entrega cada mes a mujeres en edad fértil, su deficiente calidad y la irregularidad en las entregas son objeto de crítica en la prensa oficial de la isla, donde muchas recurren al mercado negro para cubrir esta necesidad.
Un amplio reportaje en el diario Juventud Rebelde recuerda que se trata de un problema recurrente que una y otra vez provoca las mismas quejas y que a pesar de que se trata de un artículo fuertemente subsidiado, responde a «una necesidad higiénica básica que no entiende de atrasos productivos o maquinarias obsoletas».
En Cuba, todas las mujeres en edad fértil tienen derecho a recibir un paquete de diez compresas al mes, por el que pagan 1,2 pesos cubanos (0,048 centavos de dólar).
Varias mujeres entrevistadas por el diario lamentan que con diez «íntimas», como se conoce este producto en el país caribeño, no les alcanza para cubrir todo el ciclo menstrual y critican además que las entregas llegan a acumular meses de retraso.
Mientras, el producto nunca falta en el mercado negro, donde se ofrece a un precio más de 10 veces mayor. «En tiempos normales a 10 pesos y cuando hay crisis de 15 a 20 pesos en moneda nacional», señala Marta Valdés, de 34 años.
Otra alternativa son las tiendas estatales en divisa, donde los paquetes de compresas se comercializan con precios a partir de 1 CUC (equivalente al dólar y a 24 pesos cubanos), un costo elevado para un salario medio cubano, que no llega a los 30 CUC.
«El mercado negro no debe ser la solución para adquirir el demandado producto», sentencia el diario estatal, que titula el reportaje «Tragedia íntima».
También cita a expertos como la ginecóloga Arelis León, quien explica que lo ideal es cambiar la toalla higiénica cada cuatro horas durante el periodo menstrual, lo que supone emplear seis compresas al día y un promedio de entre 18 y 42 compresas en cada ciclo.
A los problemas de suministro se suma la deficiente calidad del producto de fabricación nacional, que causa rozaduras y absorbe poco, lo que obliga a algunas a usar dos almohadillas a la vez, según las quejas recogidas por el rotativo.
Frente a estas críticas, responsables del fabricante estatal Mathisa alegaron dificultades como la maquinaria obsoleta y la falta de materias primas y señalaron que la capacidad productora de la compañía es de «300 unidades por minuto con un sistema de envase manual».
Eso se traduce en una producción de no más de 3,8 millones de paquetes de diez unidades, lo que sólo permite garantizar un paquete a cada mujer en edad fértil.
En Cuba hay tres fábricas de este producto y todas pararon por falta de materias primas, debido a que de los diez materiales que se emplean en la producción, ocho son importados de países como España, Italia y China, refirió la directora general de Mathisa, Emma Hernández.
El retraso de producción acumulado por ese parón hace que sea «imposible para la empresa recuperar la producción de los meses en que las fábricas estuvieron detenidas», por lo que las mujeres no recibirán las compresas que no se les entregaron, precisó.
En la empresa también achacaron los productos defectuosos a «errores humanos», porque la revisión de calidad y el envasado son manuales.
«Aún no existen soluciones definitivas, al menos en los próximos meses», sentencia el diario.