Por: NataliaGnecco
Quién iba a pensarlo, pero la Copa del Mundo en Brasil nos ha inspirado tanto que hasta el tema de las buenas costumbres acaparó los titulares de la prensa internacional, todo gracias a los aficionados japoneses, quienes a pesar de haber sufrido las derrotas de su equipo, no dejaron de recoger las serpentinas, gorros, pintura, vasos vacíos, papeles y desechos, una vez finalizado los encuentros, un acto que sin duda demuestra el respeto de la cultura nipona con su anfitrión.
Lo triste es que con el paso del tiempo estas normas de comportamiento tan saludables sean noticia, que prácticamente nos aterre la buena educación de un grupo de japoneses en los estadios de Brasil, todo porque estamos tan acostumbrados a los actos de mal gusto que se vuelve algo insólito la decencia de las personas, si a eso le sumamos los estragos de esta era digitalizada, el libre albedrío y el derecho a la libre expresión, ser maleducado se volvió “in”.
Rescatar los buenos modales parece hoy una tarea de titanes y así todo apunte a que el Manual de Urbanidad de Carreño es obsoleto, pasado de moda, vale la pena reflexionar sobre los principios universales del buen comportamiento y llamar la atención sobre aquellos de mal gusto que enfrentamos a diario. Lo más irónico es que en nuestra memoria colectiva aún persisten las normas de comportamiento básicas, prueba de ello es que al preguntarles a los adultos cuáles son esos gestos de mala educación, en segundos nos dictan un listado que rebosa las expectativas, ¿pero realmente cumplimos con las buenas maneras del protocolo y la etiqueta en nuestro diario vivir?
Si bien hay conductas no reglamentadas, la lógica del trato social nos dicta un límite, como por ejemplo apagar el celular en la iglesia, reuniones, conciertos, etc. Aunque créanme que los ringtones no respetan fiesta como tampoco la “etiqueta” impuesta por los restaurantes de fast-food, donde todo es permitido: desde chuparse los dedos, hasta dejar la comida esparcida por toda la mesa. A tal punto que el viejo adagio “en la mesa y en el juego se conoce al caballero” sólo lo recitan los dinosauros.
Recuerdo que una vez recibí una invitación a cenar de un destacado cineasta canadiense, quien una vez ubicados en el restaurante del hotel Sandman de Montreal, tomó la servilleta de tela, la desdobló, la puso en su regazo, acto seguido tomó un tenedor y comenzó a peinar su espesa barba, cubriendo ligeramente con su otra mano, su “retoque”. Así siguió como si nada mientras me relataba su increíble encuentro con “la santa de los abrazos”, conocida como Amma o Ammachi, famosa en el mundo entero por pasarse la vida dando abrazos a todo el que se acerca, aconsejado y consolado a personas de todas las procedencias geográficas, culturales o sociales. Al final, mi asombro fue más por su mala educación que por su encuentro con Amma.
Así he visto a altas ejecutivas perfumarse en medio de una reunión de fin de año; a personajes prestantes hablar con la boca llena en una elegante cena; a grandes jefes sólo usar vulgaridades frente a sus colegas o subalternos; a una peculiar quinceañera en Michigan sacar sin pudor un desodorante y aplicárselo en plena fiesta, en medio de sus invitados; a niños gritarle a sus padres mientras hablan con otras personas etc, etc, etc ¡sin que nadie diga ni mú, ! Es tan frecuente la mala educación que con razón los japoneses hicieron noticia en nuestro país, no sólo porque los goleamos, sino por darnos a todos una lección de buen comportamiento.
Algunas prácticas que son de mal gusto:
• Maquillarse o Perfumarse en la mesa
• Chatear mientras alguien nos está hablando
• No saludar
• No prestar atención cuando se está hablando por teléfono
• Estornudar sin cubrirse la boca, infectando a todo el mundo.
• Comer y chuparse los dedos
• Hablar con la boca llena
• Hablarle a las personas a sabiendas que están ocupadas con una llamada en el teléfono
• Usar un lenguaje vulgar en el ambiente laboral
• Sorber el café o las sopas
• Robarle la comida del plato a otra persona en la mesa
• Cortarse las uñas en un servicio público
• Usar la seda dental en la mesa
• Preguntar algo y no prestar atención a la respuesta
• Ser impuntuales
• Gritarle a la gente en lugar de acercarse y hablarle de cerca
• Atacar agresivamente en las redes a alguien por opinar diferente a nosotros