Redacción Internacional, 3 may (EFE).- Ejercer la libertad de prensa es cada vez más complicado y arriesgado en un mundo donde los periodistas son amenazados por gobiernos y poderes fácticos y usados como moneda de cambio en conflictos por grupos terroristas.
En el Día Internacional de la Libertad de Prensa, Reporteros sin Fronteras (RSF), una de las principales ONG defensoras de esta profesión, constata en su informe anual el «deterioro profundo y preocupante de la capacidad de los periodistas para ejercer su oficio y su función en total libertad o independencia».
La ONG critica especialmente a países «cuyos dirigentes pueden jactarse de haber amordazado la información» en el último año.
Algunos de ellos ya son reincidentes: Arabia Saudí, Irán, Corea del Norte, Burundi, Eritrea, Azerbaiyán, Cuba, Venezuela, Rusia o China, pero otros han entrado en esta nefasta lista: Egipto, Tailandia o Turquía, donde se han reforzado drásticamente los controles sobre los periodistas.
Los líderes de estos países aducen que el control de los medios es necesario para mantener la seguridad y la estabilidad y bajo este argumento Egipto, por ejemplo, mantiene encarcelados a más de una veintena de periodistas, mientras en China cumplen penas decenas informadores críticos con el sistema.
«Incitar a la subversión contra el poder del Estado», «difundir informaciones falsas» o «incitar a la violencia» se han convertido en la fórmula para hacer callar a quienes disienten de las opiniones de gobiernos o grupos armados.
En países occidentales, la lucha contra el terrorismo, cada vez más activo, sirve de coartada para limitar la libertad de información a través de leyes represivas, según critican las ONG.
Aunque no es el único caso, Amnistía Internacional cita el ejemplo reciente de Francia, golpeada este año por varios atentados yihadistas con decenas de víctimas mortales, y que ha endurecido leyes que afectan a la libertad de prensa.
Tanto AI como RSF recordaron que en 2015 fallecieron 63 periodistas en el ejercicio de su profesión y otros 40 fueron asesinados, sin que se conozca aún el motivo de su muerte, y a estas cifras se suman las muertes de 19 ciudadanos que ejercen como informadores y 6 colaboradores de medios.
Muchos de ellos murieron en coberturas de alto riesgo pero analistas de todo el mundo coinciden en señalar que el reportero, antes mero testigo de guerras o catástrofes humanitarias, ahora se ha convertido en moneda de cambio para algunos grupos terroristas que los usan para chantajear a los gobiernos y obtener prebendas.
RSF señala en su último informe que 54 periodistas se encuentran secuestrados en el mundo por organizaciones terroristas o criminales.
Es una actividad ya frecuente para organizaciones como Estado Islámico, Al Qaeda, Al Shabab y otras de corte yihadista que han convertido en negocio los secuestros que, a la vez, imposibilitan al periodista hacer una cobertura segura en algunos puntos del mundo.
Los ejemplos más evidentes se dan en Siria o en Libia, donde resulta prácticamente imposible o, al menos muy arriesgado, cubrir estos conflictos con unas mínimas condiciones.
Complicada es también la situación de México, un país donde la libertad de información se ha deteriorado rápidamente en los últimos años y donde la prensa sufre la doble amenaza de grupos criminales y organizaciones de narcotraficantes, y del gobierno, que usa leyes restrictivas para censurar a reporteros, según el último informe Forbes.
Precisamente, en el Día de la Libertad de Prensa, un nuevo informador se ha sumado al largo listado de víctimas. El periodista hondureño Félix Molina resultó herido de bala en un atentado en Tegucigalpa.
«Lamentablemente seguimos habitando un país de alto riesgo donde los periodistas que ejercemos la profesión de manera independiente y tocamos los temas sensibles estamos expuestos a estos hechos», dijo Molina tras se atacado.
Un argumento desgraciadamente aplicable a otros muchos casos y que parece no va a perder vigencia en mucho tiempo.
Y eso pese a los esfuerzos de ONG y algunos gobiernos que han pedido oficialmente la creación de un Representante Especial del Secretario General de Naciones Unidas para la Seguridad de los Periodistas.
Rafael Molina