La caída del precio del petróleo, la evolución de la economía global y los retos del sistema financiero han centrado hoy los debates del Foro Económico Mundial, con intervenciones del Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz y del presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, entre otros.
El espectacular descenso de los precios del crudo, que ha perdido casi dos tercios de su valor desde mediados del pasado año hasta hoy, preocupa a los líderes políticos y económicos que asisten al Foro de Davos.
En un debate sobre las nuevas necesidades energéticas, el presidente de la petrolera estatal Saudi Arabian Oil (Saudi Aramco), Jalid al Falih, estimó que los precios del hidrocarburo comenzarán a subir previsiblemente este año, tras los espectaculares descensos que ha experimentado esa materia prima.
Al Falih, tras señalar que el precio del crudo «ha tocado fondo», dijo que «es inevitable que suba de nuevo», al tiempo que manifestó que «lo sorprendente» es el revuelo causado en los últimos meses por ese desplome de los precios.
Arabia Saudí es el país que dentro de la OPEP ha liderado la estrategia de bombear crudo por encima de la demanda para hundir los precios y expulsar del mercado a sus competidores,
Desde mediados del año pasado los precios del crudo han evolucionado a la baja desde esos 100 dólares por barril y en la actualidad ronda los 30 dólares.
El presidente de Saudi Aramco insistió en que el precio del crudo comenzará a recuperarse este mismo año, porque es evidente que «ha tocado suelo».
En ese sentido se ha pronunciado también otro de los participantes en el debate, el consejero delegado de la petrolera italiana Eni, Claudio Descalzi, que apuntó que el crudo podría superar los 200 dólares en 2020.
Descalzi estimó que la industria petrolera recortará sus inversiones entre el 10 % y el 13 % este año por la caída de precios, al tiempo que indicó que el mercado tarde o temprano corregirá ese curso y opinó que en tres o cuatro años «como máximo» el precio del barril puede subir hasta 200 dólares.
El empresario italiano se mostró además partidario de crear un «banco central del petróleo» que «daría estabilidad a los precios y permitiría invertir de forma regular».
Otro de los asuntos abordados en la jornada ha sido la evolución de la economía mundial y las medidas a adoptar para impulsarla en 2016, después de que en el último ejercicio el crecimiento económico global no excediera del 3 % y de que para este año se esperen cifras similares.
En el debate sobre esa cuestión, el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, reiteró sus críticas a las políticas de austeridad aplicadas en Europa y, en menor medida, en Estados Unidos, que consideró han debilitado las economías nacionales y han perjudicado el crecimiento, al tiempo que han ensanchado la brecha de desigualdad.
Para reducir esa brecha, Stiglitz apuntó a que las grandes corporaciones paguen los impuestos que les corresponde porque señaló que de ello es de donde los estados pueden sacar los recursos para mejorar el bienestar de la población.
En otro de los foros, dedicado al alcance del papel del Estado y de los organismos reguladores en la economía, participó hoy el presidente del Eurogrupo y ministro holandés de Finanzas, Jeroen Djisselbloem, junto al consejero delegado del fondo de inversión estadounidense Blackstone, Stephen Schwarzman.
Schwarzman ha criticado a los reguladores bancarios, que consideró que «fallaron antes de la crisis financiera de 2008», pero después ahogaron la recuperación de las entidades cuando la crisis ya había concluido.
En su opinión reglamentos y regulaciones han hecho que el mundo financiero sea menos seguro que antes, motivo por el que explicó que su compañía se ha visto obligada a abandonar operaciones corporativas que no ofrecían garantías.
Djisselbloem, por su parte, ha negado que ahora se pueda hablar de una «sobrerregulación» de los bancos y ha recordado que existe una diferencia entre los bancos y el resto de las empresas de capital privado.
Subrayó que cuando éstas últimas sufren pérdidas «está muy claro quién paga»: los partícipes o accionistas.
Sin embargo, señaló, que en el caso de los bancos, en los peores momentos de la crisis y para evitar la caída de algunas entidades y que el daño fuera mayor, los Estados se vieron obligados a intervenir, y parte de ese coste alcanzó a los contribuyentes.
Davos (Suiza), 21 ene (EFE).-