La cantante mexicana Eugenia León, que siempre ha sido «mala para la lotería y las tómbolas», acoge el anuncio de su Grammy Latino a la excelencia musical como una «sorpresa», pero también como un reconocimiento a una carrera en la que nunca ha tomado «la corriente de lo oficial».
«Para mí la música ha sido un sacerdocio», asegura en entrevista con Efe la artista (Tlalnepantla, Estado de México, 1956), quien dice tener siempre presente, «como una religión», la idea de contribuir a México «de una u otra manera».
Haciendo de «antropóloga o arqueóloga», la artista ha tomado su carrera, que comenzó en 1982, como una búsqueda de su persona, y también como «un camino de encuentro con nuestras raíces, para pelear por una libertad, romper el tema de la jerarquización, lo oficial y lo totalitario».
«Yo no he hecho canciones para ver qué vende, sino que me voy acercando, buscando todos los aspectos culturales, musicales, que conforman la nación mexicana», afirma.
Además de la mexicana, la Academia Latina de la Grabación ha querido reconocer este año el trabajo de los españoles El Consorcio (Mocedades), el venezolano Ricardo Montaner, la boricua Ednita Nazario y el italoargentino Piero.
En su caso, Eugenia León agradece que la Academia haya tenido «la sensibilidad para dar el reconocimiento a una artista que no es mediática, que no es millonaria, ni comadre de gente poderosa».
Apunta que nunca ha sido «una artista oficialista», que haya ido de la mano de una cadena de televisión, una discográfica o un partido político, sino que su carrera se basa en «mucho trabajo».
«Nunca he tenido un año sabático, tengo que trabajar porque no soy rica, no soy una persona que viva de sus rentas», asevera la cantante, ganadora en 1985 del Festival de la OTI con su canción «El fandango aquí».
Comenta que ha habido gente que le ha criticado porque le falta «glamour», pero «es importante saber que los artistas estamos al servicio de nuestra música, no la música al servicio de un personaje».
León sigue muy de cerca la realidad del país. En su último disco, «Mi Oaxaca», canta a esa región del sur mexicano, agitado en la actualidad por las protestas de los maestros.
«Nosotros mismos tenemos que tener claro el valor histórico de nuestro pueblo, y hacer acciones civiles que no lleguen a la confrontación, pero sí a poner un ‘no’, el derecho a decir ‘no’ a lo que nos hace daño como nación», señala la cantante.
A lo largo de más de 30 producciones discográficas, ha explorado un sinfín de géneros, entre ellos trova, rancheras, tango y baladas, en ocasiones en idiomas que no domina, como el chino, árabe o portugués, lo cual supone «un esfuerzo que a veces se te saltan las lágrimas».
Con el «privilegio» de llevar las melodías de su país a todos los rincones del planeta, ha aprendido que «la música es una fuerza, como el agua, que no tiene control, que te envuelve, te hace navegar».
Y no importa la diferencia de idiomas, porque ella, ejemplifica, amaba a los Beatles y es ahora cuando empieza «a entender sus letras», y lo mismo le ha ocurrido con otros artistas a los que admira como Janis Joplin o Nina Simone.
León defiende que no va a morirse «encima de un escenario»: «Sé que tengo mis limitaciones (…) nos hacemos mayores y nuestras capacidades físicas también se transforman».
El próximo 24 de octubre estará en el Kennedy Center de Washington para, junto con otros artistas mexico-estadounidenses, «hacer un homenaje a la contribución de México a los Estados Unidos».
Esto «frente a este peligro y esta ofuscación que tiene cierto personaje (…) que quiere ser presidente (Donald Trump) de crear una relación de odio contra nosotros, los mexicanos, y contra los migrantes de otros países que van (a EE.UU) a trabajar, no van a mendigar ni a robar», subraya León. Isabel ReviejoMéxico, 18 sep (EFE).-