Perfumes hechizados, duchas sagradas o quemaduras con incienso son algunos de los remedios que algunos brujos animistas utilizan cuando las familias camboyanas acuden a ellos para romper las relaciones de sus hijos o familiares LGTB (lesbianas, gais, transexuales y bisexuales).
A pesar de la creciente tolerancia hacia este colectivo en Camboya, muchas familias se oponen a que sus hijos o familiares tengan relaciones con personas del mismo sexo por prejuicios sociales o porque significa no poder tener descendencia.
A media hora de la ciudad de Kampot, en el sur del país, un estrecho sendero al pie del monte Blanco lleva hacia la casa de una anciana hechicera que se hace llamar Lork Ta (que podría traducirse como «ermitaña con poderes mágicos»).
Lork Ta descarta catalogarse dentro de los más de cien tipos de curanderos animistas o «kru khmer» que existen en Camboya, donde el budismo se entremezcla con el animismo, y asegura que su poder viene de dos dioses animistas llamados Preah Ang Dang Ker y Preah Ang Plern Chat.
Entre figuras decorativas, velas y varas de incienso, la anciana de 93 años asegura que ha utilizado hechizos para separar parejas «en miles de ocasiones» y que conoce varios «métodos para que se desenamoren».
Uno de ellos consiste en recitar palabras en pali mientras «sopla» el conjuro sobre un perfume, que deberá rociarse sobre la persona que va ser hechizada.
«Si la pareja esta profundamente enamorada, pero los padres de ambas personas no pueden aceptarlo, si no quieren que personas del mismo sexo estén enamoradas, solo puede conseguirse que se odien entre ellos», asegura Lork Ta en una desvencijada caseta construida con cañas de bambú y lonas.
«Realizar este conjuro cuesta mucho dinero, más de cien (dólares)», añade.
Aunque Lork Ta reconoce que no puede cambiar la naturaleza de las personas, padres camboyanos recurren a rituales como los suyos bajo la idea de que su hijo está hechizado, o con la esperanza de que cambie tras romper su relación.
«El conjuro solo hace que dejen de estar enamorados de su pareja, después de eso, depende de ellos intentar algo con alguien del sexo opuesto o del mismo», advierte la hechicera.
La camboyana Poy Long cuenta que, al igual que algunos de los clientes de Lork Ta, ella también fue obligada a someterse a remedios mágicos cuando sus padres decidieron que su pareja, una mujer, no era apropiada.
«Mis padres creen en los ‘Kru Khmer’. Fueron a uno y le dijeron que yo había sido hechizado con un conjuro de amor. En total me llevaron a ver a seis ‘Kru Khmer'», cuenta la camboyana en Phnom Penh.
Aunque sus padres la aceptaron cuando hizo pública su homosexualidad a los 16 años, terminaron rechazando a su pareja y tratándola como si estuviese loca.
«El budismo no menciona nada de LGTB, es solo acerca de amar sin discriminar a nadie», lamenta la camboyana.
Tras interminables sesiones de abrasiones con incienso, duchas sanadoras y otros remedios sobrenaturales, Poy Long consiguió que sus padres se rindieran y dejaran de intentar influir en su vida.
La camboyana considera que ahora hay más información y tolerancia que hace unos años, aunque la discriminación permanece y es más fuerte en zonas rurales, donde vive el 80 por ciento de la población.
En Phnom Penh existen varios bares dirigidos a un público homosexual y transgénero, y el año pasado se lanzó la primera revista específica para estos colectivos.
Rodrigo Montero, asesor en género de la agencia alemana de cooperación (GIZ, en alemán) en Camboya, dice que en 2014 el Ministerio de Asuntos de la Mujer incluyó por primera vez a los grupos LGTB dentro de las políticas gubernamentales contra la violencia de género.
«El ministerio recomendó a los ministerios que dialogasen con las personas LGTB para desarrollar una política nacional que aborde su discriminación y revisar el currículum del Ministerio de Educación para incorporar temas LGTB», indica Montero.
Por su parte, la ONG Rock ha desarrollado un contrato entre particulares que permite a personas del mismo sexo tener una unión con ciertas garantías legales ante las autoridades locales, el primer paso hacia el matrimonio homosexual, que aún no es legal en Camboya.
Sin embargo, en Camboya, donde no existen términos específicos en jemer para designar a lesbianas, gays, personas transgénero y bisexuales, la prioridad es terminar con la discriminación.
Ricardo Pérez-Solero
Kampot (Camboya), 12 nov (EFE).-