El Juventus se clasificó matemáticamente para los octavos de final de la Liga de Campeones después de ganar 2-1 al Zenit, incapaz de frenar a un torbellino llamado Paulo Dybala, que alivió las penas del conjunto italiano esta temporada.
El jugador argentino hizo casi todo bien. En el capítulo de los errores, sólo sumó un penalti fallado, pero hasta tuvo suerte, porque tuvo que repetirlo y marcó. También hizo otro gol, el primero del Juventus, mandó un disparo a un poste y, sobre todo, se encargó de comandar todo el ataque de un equipo que necesitaba ganar sí o sí.
Con paso errático en la Serie A, a los hombres de Massimiliano Allegri se les presentó la cuarta jornada de la fase de grupos de la Liga de Campeones como un antídoto para aliviar todos los males de un curso que será largo en Italia.
Noveno en Liga a 16 puntos del líder (Nápoles) después de sólo once jornadas, el Juventus necesitaba dar un golpe encima de la mesa para demostrar que, por lo menos, por el continente, merecía cierto respeto y debía ser tenido en cuenta.
No era fácil. Pese a enfrentarse a un equipo teóricamente menor como el Zénit, la losa que llevaba encima después de perder su cuarto partido del curso el pasado fin de semana frente al Verona (2-1), podía afectar en la Liga de Campeones.
Allegri, por si acaso, revolucionó su centro del campo con la idea de dar un revolcón a la irregular imagen que ofrecieron sus hombres en Verona. Sacó de esa zona a Sandro y sentó en el banquillo a Arthur Melo, Adrien Rabiot y al uruguayo Rodrigo Bentancur.
Entraron Federico Chiesa, que se recuperó de una molestia muscular, Weston McKennie, Manuel Locatelli y Federico Bernardeschi. Con ellos en la medular, el Juventus recuperó dinamismo, intensidad, agresividad y originalidad arriba con el brillo de Dybala, el más agitador de todos.
El jugador argentino capitalizó casi todas las acciones de peligro de “La Vecchia Signora”. Se encargó de desquiciar a la defensa del Zenit, que durante los primeros 25 minutos sólo pudo dedicarse a achicar agua.
En la primera etapa de su exhibición inicial, Dybala marcó. Lo hizo pronto, a los once minutos, después de un buen remate desde el punto de penalti y tras estrellar un disparo contra un poste de la portería del Zenit. Luego, casi sin dar un respiro a sus rivales, se escabulló en la banda derecha de dos defensas como una culebra y su pase de la muerte no lo aprovechó Morata, que mandó la pelota por encima del larguero cuando tenía casi todo hecho para marcar.
Ahí se acabó el huracán Dybala de la primera parte. Y, después de diez minutos de tregua, el Zenit tomó los mandos y sacó a la luz una de las carencias de la Juventus, que desde hace dos años ha perdido su vigor defensivo.
Con dudas atrás, cada vez que el cuadro ruso rondaba el área de Szczesny se encendían las alarmas. Allegri, necesita recuperar esa fortaleza perdida y que mostró Leonardo Bonucci con el tanto en propia meta que dio el empate al Zenit.
Ese resultado, 1-1, no quitaba la clasificación matemática al Juventus. Pero, necesitaba más. Tenía que vencer y convencer. Por eso, tras el paso por vestuarios, salió a por la victoria con Dybala otra vez enchufado.
Todo pasaba por sus pies. O casi todo, porque Chiesa también acaparó focos después de provocar un penalti tras firmar un control estratosférico en la esquina del área. Claudinho no pudo evitar derribarle y, aunque Dybala falló en su primer intento porque el árbitro Alejandro Hernández vio a dos jugadores del Zenit pisar el área en el momento del lanzamiento, no lo hizo en el segundo.
El 2-1 estiró al Zénit, que, necesitado, adelantó sus líneas a la desesperada. Entonces, el Juventus jugó muy cómodo al contragolpe. De ese modo, McKennie avisó con una cabalgada que acabó con un disparo al larguero y Chiesa sentenció tras una buena finalización dentro del área.
El 3-1 liquidó cualquier posible reacción del Zenit y selló una victoria a la que se unió Morata con el cuarto, que alivió las penas de la Juventus en Liga. Sardar Azmoun, sobre la bocina, maquilló el marcador para un equipo que aún tiene lejanas opciones de clasificarse.