El secretismo y la discreción caracterizan las conversaciones de paz que mantienen en las últimas semanas israelíes y palestinos, alejados de la prensa, la opinión pública y hasta del propio «facilitador» estadounidense Martin Indyk.
Desde el encuentro preliminar en Washington el pasado día 29, la delegación israelí, encabezada por Tzipi Livni e Itzhak Moljo, y la palestina, que lideran Saeb Erekat y Mohamed Shtaye, han mantenido dos rondas de negociación.
La primera de ellas, celebrada en Jerusalén, acabó con una breve declaración del artífice del diálogo, el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, quien consiguió -con frecuentes viajes a la zona y decenas de conversaciones telefónicas- arrastrar a las partes a la mesa de negociaciones cuando nadie tenía fe en ello.
Pero tras la segunda, vino el silencio. No hubo declaraciones, ni siquiera por parte de Kerry, que se ha arrogado ese papel.
Sólo se distribuyó una foto, en la que se podía ver de pie y en diálogo distendido a los dos negociadores israelíes y a Erekat, y según advirtió el diario «Yediot Aharonot», sería la última que se hiciera pública del proceso negociador.
El secretismo con el que se está desarrollando el diálogo llega al punto de que los medios israelíes anunciaron, en base a fuentes oficiales de su país, que la segunda reunión había tenido lugar en Jerusalén el pasado miércoles.
Sin embargo, un día después, el presidente palestino, Mahmud Abás, desveló en Ramala a diputados del partido israelí de izquierdas Meretz que había sido en la ciudad cisjordana de Jericó.
El objetivo de esta estrategia es mantener el proceso lo más posible al margen de los periodistas, a fin de negociar sin manifestaciones ni crisis de coalición, como las que tuvo que sufrir, por ejemplo, el primer ministro israelí Ehud Barak en 2000 y 2001 o, en menor medida, siete años después Ehud Olmert, en el proceso de Annapolis.
Ante los diputados de Meretz, Abás recordó al respecto un hecho importante y frecuentemente ignorado en Israel: el primer ministro Benjamín Netanyahu no es el único dirigente que tiene que navegar en las negociaciones con un ojo en el mapa de la zona y otro en la oposición ciudadana y política.
«No sé cuáles son las intenciones de Netanyahu ni lo que le pasa por la cabeza, pero yo también tengo oposición y aquí hubo manifestaciones contra la reanudación de las negociaciones. Respeto a los manifestantes, pero estoy decidido a lograr la paz. Sin paz, aquí habrá tragedias», dijo.
Abás señaló que las conversaciones aún no ha registrado avances, pero que los espera «más adelante» porque «al principio cada parte se aferra a sus posiciones de partida».
«No puedo decir que sea optimista, pero espero que no estemos simplemente perdiendo el tiempo», argumentó.
Hoy, el presidente israelí, Simón Peres, aludió a esas palabras al recibir en su residencia de Jerusalén al titular francés de Exteriores, Laurent Fabius.
«Para hacer la paz, tiene que haber un gran esfuerzo para superar el escepticismo. El hecho es que, pese al escepticismo, se han reanudado las negociaciones y no ha sido fácil para ninguna de las dos partes», dijo.
«Si puedo pensar en una oportunidad para avanzar, es ahora», sentenció ante Fabius, que inició ayer una visita a la zona inaugurada con una entrevista con Abás en Ramala.
En la rueda de prensa con Fabius, el presidente palestino dejó claro ayer que «nada impide un encuentro con Netanyahu cuando llegue el momento y haya necesidad de reunirse», si bien el diálogo seguirá de momento en manos de los equipos negociadores.
En los últimos días, han surgido precisamente discrepancias entre ambas delegaciones en torno al papel que debería desempeñar el enviado especial de Washington para las conversaciones, Martin Indyk.
Ex embajador de Estados Unidos en Israel y uno de los hombres más activos en las negociaciones de Camp David, en la década pasada, Indyk lleva medio mes en la zona, pero no ha entrado en las reuniones por decisión de Israel, según el secretario general de la Organización para la Liberación de Palestina, Yaser Abed Rabo.
Los palestinos hubieran preferido que estuviera presente y, la semana pasada, Abás dijo a Indyk que «el papel de EEUU no debe limitarse a la supervisión», conforme al diario «Haaretz».
Al anunciar su nombramiento en Washington, Kerry precisó que Indyk no es técnicamente un mediador, sino un «facilitador», si bien matizó que estaría activamente involucrado en el proceso, se sentaría en la mesa de negociaciones e incluso presentaría propuestas de mediación, de resultar necesario.
Por Antonio Pita/Jerusalén, 25 ago (EFE).-