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Iraníes: de la ilusión al fracaso tras 5 años del acuerdo nuclear

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Muchos iraníes han pasado de visualizar un futuro prometedor lleno de oportunidades de negocio, tras la firma del acuerdo nuclear hace cinco años, al derrumbe de todos sus sueños debido al fuerte impacto de las sanciones estadounidenses.

La apertura de Irán al mundo se produjo después de décadas de aislamiento, desde el triunfo de la Revolución Islámica de 1979, y las sanciones internacionales se endurecieron a partir de 2006 al negarse Teherán a dejar de enriquecer uranio.

El levantamiento de esas sanciones, gracias al pacto firmado el 14 de julio de 2015 entre Irán y el Grupo 5+1 (Estados Unidos, Francia, Rusia, Reino Unido, China y Alemania), fue una bocanada de aire fresco para la economía iraní, pero duró muy poco.

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Cinco años de altibajos narrados por cinco ciudadanos iraníes de diferentes sectores, cuyo esfuerzo fue en vano y su futuro quedó a oscuras con la imposición de nuevas sanciones por parte de EEUU tras su retirada del acuerdo en 2018.

Adiós a las grandes marcas extranjeras

«El comienzo del acuerdo fue positivo, pero duró menos de dos años. El comercio estaba comenzando lentamente su ritmo ascendente cuando la retirada de EEUU supuso un retroceso», explica Milad Shekarjand, del sector de los electrodomésticos.

Shekarjand señala que creyeron que podrían «registrar con más facilidad los pedidos y realizar transacciones bancarias internacionales», pero en la actualidad «la situación es considerablemente peor que antes del JCPOA (las siglas en inglés del pacto nuclear) para los iraníes».

Las transacciones financieras fueron siempre complicadas debido a que el sistema bancario iraní había estado desconectado del internacional. Los avances registrados quedaron paralizados al impedir las nuevas sanciones de EEUU cualquier interacción al sector bancario.

«Lo primero que ocurrió fue que dos grandes empresas surcoreanas, Samsung y LG, se despidieron del mercado de Irán. Fue muy duro porque cerca del 80 por ciento del mercado de los electrodomésticos iraní estaba apoyado en esas dos marcas», detalla Shekarjand.

Incluso la producción interna se ha visto afectada, ya que algunas de las piezas y productos venían del extranjero: «Ahora no se puede importar y el mercado de los electrodomésticos está llegando a su punto cero», lamenta.

Inversiones perdidas

Alireza Homayounifar, diseñador, productor y exportador de alfombras hechas a máquina abrió una oficina y una sala de exposiciones en Alemania a finales de 2015 para presentar sus productos y conseguir clientes europeos.

«En 2016 y 2017 el negocio nos fue muy bien, pero en 2018 empezamos a tener problemas. Ese año no logramos nuevos clientes y tampoco pudimos dar servicio a los antiguos al no poder transferir dinero», comenta Homayounifar.

«La firma del acuerdo nuclear influyó en la confianza de nuestros clientes y en su presencia en los puestos de las ferias en las que participábamos y los alentó a tener más negocios con nosotros», explica.

El exportador de alfombras, que tenía en mente ampliar su negocio, dice que ahora la situación vuelve a ser como antes de la firma del acuerdo y la inversión que hicieron en abrir la oficina en Alemania fue «inútil».

De ampliar la empresa a efectuar despidos 

Shahram Abasí, un comerciante que importaba desde Europa equipos de bombeo para el sector del petróleo y el gas, mira las mesas vacías en su despacho en el norte de Teherán.

«Yo aquí tenía a cinco empleados. El acuerdo nuclear me dio tanto a mí como a mi socio europeo una perspectiva de futuro positiva y llegamos a la conclusión de que era necesario hacer una inversión en Irán», indicó a los medios.

El socio europeo contrató a un representante y estaban incluso buscando terreno para establecer un centro de servicios de los productos, pero estos planes quedaron paralizados con la llegada de las sanciones.

«Lamentablemente, tras la retirada de EEUU del JCPOA y el cambio de la situación, todo eso se perdió. Nosotros nos vimos obligados a despedir a tres de nuestros trabajadores y la parte europea prescindió también del empleado que tenía en Irán», subraya Abasí.

Numerosas empresas europeas se habían interesado por las oportunidades que presentaba el sector, pues Irán tiene unas de las mayores reservas de petróleo y gas del mundo.

Sin embargo, con la entrada en vigor de las sanciones contra el sector petrolero en noviembre de 2018 y, aunque Europa estableció el llamado «estatuto de bloqueo» para proteger a sus empresas, la mayoría abandonaron Irán.

Ciudadanos Iraníes
Ciudadanos iraníes en plaza.
Escasez de ventas y alza de los precios 

Peiman Arashgozin, un empleado en una inmobiliaria del barrio de Darus en Teherán, cuenta que ha bajado considerablemente la venta de apartamentos debido a la continua subida de los precios por la devaluación de la moneda nacional, el rial.

«Por el apartamento que vendí el año pasado a 300 millones de riales por metro este año piden 700 millones; con estos cambios constantes del precio de la divisa no hay movimiento de compraventa», explica.

Arashgozin reconoce que está «bajo gran presión económica» y que ha descartado sus planes de construir una casa en un terreno propiedad de su padre en el norte del país.

«En cuanto se dañó el acuerdo nuclear se estropearon también todos nuestros planes, ya que de repente los precios de los materiales de construcción se duplicaron», afirma.

Los precios, tanto de las viviendas como de los materiales de construcción, suben casi a diario dependiendo del tipo de cambio del rial respecto al dólar, que ha pasado en dos años de rondar los 40.000 a superar los 200.000 afectando la economía de los iraníes.

Estafas y cierre de negocios

En algunos casos, las sanciones han afectado de forma indirecta. Mohsen Veydaní, un comerciante que importaba relojes, es una víctima colateral de esta crisis, que sí afectó de lleno a su socio.

«Mi socio se vio muy perjudicado por las sanciones y la solución que encontró a su problema fue estafarme», denuncia Veydaní, quien se dio cuenta hace dos meses de la estafa.

El comerciante está vendiendo sus últimos relojes a un precio muy bajo con el objetivo de reunir algo de dinero para invertir en otro negocio, como el mercado del oro o de la construcción; así como él cientos de comerciantes iraníes se encuentran a la expectativa.

«He fracasado, por un lado, porque me estafó mi socio y, por otro, debido a que en la actual situación económica del país el reloj es un producto de lujo y su venta ha bajado mucho. La gente no piensa en comprar relojes», asegura.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé una contracción de la economía iraní del 6 % en 2020 y una inflación del 34 %, que se suma a los malos datos del año pasado, cuando la recesión fue del 7,6 % y los precios subieron un 41 %.

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