Las autoridades colombianas investigan la denuncia de una nueva masacre de cinco personas perpetrada en una zona rural de Arauca, capital del departamento del mismo nombre, fronterizo con Venezuela, dijeron fuentes oficiales.
La Defensoría del Pueblo manifestó en redes sociales que ha «tenido conocimiento de la posible ocurrencia de una masacre de 5 personas, miembros de población civil, en el corregimiento (caserío) El Caracol, municipio de Arauca, tras confirmar el hallazgo de los cuerpos en zona rural».
El organismo añadió en otro mensaje que «la barbarie de los criminales no tiene límite» y que rechaza «con vehemencia su ocurrencia», al tiempo que solicitó «a las autoridades esclarezcan lo ocurrido cuanto antes».
Al respeto, el Ministerio de Defensa informó que la Policía y Ejército ya están en el área para esclarecer los hechos.
La Defensoría del Pueblo emitió una alerta temprana en noviembre de 2018 en la que advirtió que «la fuerte inserción de grupos armados en el departamento de Arauca se vincula con la (poca) presencia que el Estado ha tenido en el territorio y las dinámicas de poblamiento de la región, estrechamente relacionadas con la exploración y explotación petrolera».
En ese sentido, apuntó a la presencia de grupos como la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y disidencias de las FARC.
Colombia ha sido sacudida en las últimas semanas por varias masacres en los departamentos de Nariño y en el Valle del Cauca.
La más reciente ocurrió el martes pasado cuando desconocidos asesinaron a tres indígenas de la comunidad Awá en el resguardo indígena Pialapi-Pueblo Viejo, ubicado en una remota zona rural, a unas nueve horas de la cabecera municipal de Ricaurte, en el departamento de Nariño.
Tres días antes, ocho jóvenes de entre 19 y 25 años fueron masacrados por desconocidos en la aldea de Santa Catalina, cercana a la cabecera municipal de Samaniego, también en Nariño, donde horas antes había sido asesinada una mujer de 26 años, igualmente por desconocidos.
La otra masacre ocurrió el pasado 11 de agosto cuando desconocidos asesinaron a cinco menores, todos de entre 14 y 15 años, en un cañaveral ubicado detrás del barrio Llano Verde, en Cali, capital del Valle del Cauca.