Cada cuatro minutos todos los días, las supercomputadoras de McMaster recopilan nuevos datos y ayudan a las agencias de salud pública de todo el mundo, agregando a un depósito de información que se ha convertido en una gran base de datos global para el mapeo genómico de la resistencia a los antimicrobianos (AMR) y más. Recientemente, un recurso crucial para identificar y rastrear variantes de COVID-19.
Andrew McArthur, un destacado experto en secuenciación del genoma que dirige un laboratorio dedicado a la vigilancia genómica de patógenos infecciosos, está a la vanguardia de la detección de variantes, creando modelos informáticos y software para recopilar datos sobre variantes nuevas y posiblemente más infecciosas como las del Reino Unido, Sudáfrica y Brasil, y estar alerta por aquellos que aún no han surgido, compartiendo la información con la Agencia de Salud Pública de Canadá.
«Veremos más variantes», sostuvo McArthur, profesor asociado en el Instituto Michael G. DeGroote para la Investigación de Enfermedades Infecciosas, que forma parte del Nexo Global de Canadá para pandemias y amenazas biológicas.
Desde noviembre, cuando la segunda ola de la pandemia se apoderó firmemente, el laboratorio de McArthur ha estado recolectando muestras y secuenciando en asociación con el Dr. Michael Surette del Instituto de Investigación de Salud Digestiva Familiar Farncombe de McMaster para determinar qué variantes estaban en circulación.
Juntos, codirigen las pruebas genéticas de COVID-19 y los esfuerzos de seguimiento de McMaster, asociándose con muchos centros clínicos de primera línea, Public Health Ontario y COVID-19 Genomics Rapid Response Coalition de Ontario.
Antes de eso, formó parte del equipo de McMaster, Sunnybrook Hospital y la Universidad de Toronto que secuenció las muestras de virus de los primeros pacientes en Ontario y aisló el SARS-CoV-2 vivo , el virus que causa el COVID-19.
La misión principal del laboratorio de vigilancia y amenazas de McArthur es estudiar la resistencia a los antimicrobianos (RAM), que ocurre cuando las infecciones causadas por bacterias, parásitos, virus u hongos dejan de responder a los medicamentos. Los investigadores del Instituto Michael G. DeGroote para la Investigación de Enfermedades Infecciosas llaman a la AMR una pandemia de movimiento lento que podría ser mucho más catastrófica que el COVID-19.
“En las conversaciones sobre el coronavirus, escuchamos muchas metáforas como si estuviéramos en guerra contra el virus, y mi respuesta constante es: ‘bienvenido a mi mundo’”, explica McArthur.
«Trabajamos en AMR, que es peor a largo plazo. Esta pandemia es horrible, pero vamos a ganar esta. La tasa de mortalidad es horrible, pero lo que más me preocupa es la resistencia a los antimicrobianos y lo que va a pasar después de la pandemia», añadió.
Es una ciencia difícil, dice, pero al recopilar datos, crear software y secuenciar una infección para predecir cómo podría comportarse, los investigadores pueden proporcionar información para que los médicos y funcionarios de salud pública puedan tomar las mejores decisiones para los resultados del paciente.
McArthur compara su trabajo de investigación con el trabajo de su abuelo como descifrador de códigos en la Segunda Guerra Mundial.
“Su trabajo consistía en sentarse en una cabaña en el Pacífico tratando de identificar las transmisiones de radio del Japón Imperial. Si los recogía, los decodificaba y luego tenía que decidir qué hacer con esa información”, afirmó. «Hacemos lo mismo con las enfermedades infecciosas, pero en lugar de una radio, usamos la genómica».
