Los resultados preliminares de la investigación sobre las posibles fallas humanas en el colapso de las dos presas de Derna (este) arrojan dudas sobre la mala gestión y posibles casos de corrupción, lo que podría dividir aún más a Libia, con dos ejecutivos enfrentados e incapaces de coordinarse para recibir la ayuda humanitaria que llega progresivamente a las zonas siniestradas.
Según esta pesquisa, iniciada el pasado jueves por orden del Consejo Presidencial- que funciona como Jefatura de Estado-, las dos represas construidas en la década de los setenta habrían sufrido sus primeras fisuras en 1999 y no fueron restauradas pese a las recomendaciones de una auditoría extranjera.
Una empresa turca encargada de los trabajos de mantenimiento y la construcción de una tercera presa para aliviar la carga inició los trabajos en 2010 pero abandonó el proyecto un año después tras el levantamiento popular respaldado por la OTAN que derrocó a Muammar Gaddafi, cuando el país se vio inmerso en una década de conflicto y guerras civiles.
El fiscal general, Al Sidiq al Sour, adelantó que se evaluará el estado de las instalaciones y la partida presupuestaria destinada a los fondos de mantenimiento pero sobre todo el papel de las diferentes autoridades locales y los dos gobiernos precedentes. El desafío ahora recae en la Justicia libia, cuestionada a menudo por su falta de independencia y clave en la transición democrática.
Mientras las autoridades locales defienden que alertaron a la ciudadanía y ordenaron la evacuación de las zonas costeras un día antes de la tragedia, reprochan al Gobierno del este que sólo impusiera un toque de queda para que los habitantes no abandonaran sus hogares. Sin embargo, no hubo ninguna advertencia por ambas partes sobre el posible peligro de colapso de los embalses.
Libia, con siete millones de habitantes e importantes ingresos provenientes del petróleo, padece una bicefalia ejecutiva desde 2014 entre el Gobierno de Unidad Nacional (GNU), radicado en Trípoli (oeste) y reconocido por la comunidad internacional, de Abdulhamid Dbeiba; y el Gobierno de Bengasi, elegido por el Parlamento y bajo control del mariscal Jalifa Haftar- hombre fuente del país- dirigido por Osama Hammad.
El primer ministro del GNU, Abdulhamid Dbeiba, que prometió que el Estado se hará cargo de indemnizar a todas las víctimas, anunció este domingo una batería de medidas en apoyo a los damnificados: el pago de un mes adicional de sueldo a los funcionarios de los municipios afectados y acelerar el desembolso del cuarto trimestre de las ayudas familiares destinadas a esposa e hijos.
Mientras tanto, la Media Luna Roja lanzó un número de teléfono para denunciar la desaparición de personas y pidió a los familiares que se presenten en una de sus sedes con el fin de crear una base de datos unificada.
El pasado domingo las lluvias torrenciales provocadas por el ciclón Daniel arrasaron el noreste del territorio, especialmente en la localidad costera de Derna, donde provocaron el colapso de dos presas, vertiendo 33 millones de litros de agua durante la madrugada y arrastrando zonas residenciales enteras, puentes y carreteras hasta el mar.
Según la Media Luna Roja, el número de fallecidos ha alcanzado los 11.000 mientras los desaparecidos se estiman en 10.000- hasta 20.000 según el alcalde de Derna- y los desplazados superan los 40.000.
Los supervivientes se enfrentan a posibles brotes de enfermedades como el cólera o la diarrea así como la deshidratación y desnutrición por lo que la comunidad internacional se ha volcado en enviar ayuda urgente, que llega progresivamente a esta zona debido al difícil acceso y la falta de coordinación entre los diferentes poderes.