Mientras las Fuerzas Armadas Canadienses ayudan a sacar a los canadienses, afganos y sus familias del país; amigos y familiares en Canadá están angustiados por el caos creciente y los pocos esfuerzos de Ottawa.
Maryam Sahar, una ex intérprete de las Fuerzas Armadas de Canadá que no ha visto a su familia en una década, aseguró que no ha tenido comunicación con ellos desde que se escondieron días antes y está preocupada por su seguridad.
«No quiero escuchar la noticia de que mi familia será ejecutada, mis colegas con los que trabajé en Kandahar, los intérpretes, [que] sus familias serán ejecutadas», confesó Sahar.
Decenas de miles de intérpretes afganos trabajaron para Canadá, Estados Unidos y otros aliados durante la guerra en Afganistán, y muchos están preocupados de que los talibanes los ataquen y los maten. Sahar expresó que el gobierno canadiense tuvo la oportunidad hace semanas de sacar a los intérpretes y entregó un mensaje muy personal y directo al primer ministro Justin Trudeau por no haberlo hecho.
«Si mi familia es ejecutada o cualquier otra familia, sepa que tiene sus manos manchadas de sangre», indicó.
«La única persona que va a ser responsable del asesinato, el despiadado asesinato de los intérpretes en Afganistán, será el líder de este país, Justin Trudeau», agregó.
A principios de este verano, los veteranos canadienses comenzaron a dar la voz de alarma después de presenciar la velocidad con la que los talibanes se estaban apoderando de muchas partes del país. Instaron a Ottawa a actuar rápidamente para sacar a los ex intérpretes y asesores afganos y reasentarlos en Canadá.
Ahora es demasiado tarde, dice Sahar, y agrega lo «desgarrador» que fue ver a Canadá capaz de cerrar su embajada y sacar a sus diplomáticos tan rápido, dejando atrás a los intérpretes. Tiene amigos desesperados por salir, aseveró, pero ahora están atrapados, sin que nadie responda a sus súplicas de ayuda.
Trudeau culpó a los puestos de control de los talibanes por la lentitud de la evacuación, en lugar de la falta de respuesta de los funcionarios de inmigración.
Mientras tanto, la promesa de los talibanes de no buscar venganza, de respetar los derechos de las mujeres y la libertad de prensa ha sido recibida con un amplio escepticismo por parte de los líderes políticos y de los lugareños por igual, con informes de violencia que desmienten sus palabras.