La sala Nieuwe Kerk inaugura hoy una exposición que busca ahondar en la mujer que vivía tras el icono Marilyn Monroe, con una selección de 250 objetos personales entre los que se encuentra también uno de los vestidos blancos concebidos para la actriz que ahora habría cumplido noventa años.
«Mucha gente conoce a Marilyn como una actriz rubia y exitosa. También como una sex symbol de su época, pero ella siempre luchó contra esa idea», explicó a Efe la responsable de exposiciones de la sala, Marlies Kleiterp.
Un gran retrato de la propia Marilyn guiña el ojo a los visitantes que entran en la Nieuwe Kerk, una antigua iglesia católica reconvertida en sala de exposiciones que ya no ofrece servicios religiosos, pero donde reposan los restos de Michiel de Ruyter, héroe nacional holandés.
«Marilyn Monroe sigue viva en la mente de mucha gente, para quienes es también una heroína. Es un placer tener una iglesia para presentarla», señala Kleiterp.
La muestra, que permanece abierta hasta el 5 de febrero, recorre la vida de la actriz, desde su difícil niñez hasta su trágica muerte, pasando por su fulgurante carrera en Hollywood.
«Nuestro objetivo es presentar los dos mundos de Marilyn, el que enseñaba frente a las cámaras y el que también existía lejos de los focos», dijo Kleiterp, que añadió que algunos de los objetos -en su mayoría comprados por un coleccionista alemán, Ted Stampfer, en una subasta hace 17 años- son «fácilmente reconocibles por todo el mundo».
La joya de la exposición es un vestido de la película «La tentación vive arriba», en la que un atónito Tom Ewell admiraba cómo un golpe de viento levantaba la falda blanca de Marilyn, dejando ver sus piernas.
El diseñador William Travilla hizo dos modelos de ese vestido. Uno, el que llevó la actriz durante la secuencia, fue vendido por 5’6 millones de dólares en 2011. El otro, que era idéntico y se hizo en caso de que el primero se rompiera, es el que se exhibe en Amsterdam.
Más allá de la imagen inocente retratada en sus películas, Marilyn consiguió hacerse un hueco en un ambiente, el de los años 50 en Estados Unidos, tremendamente machista.
Varias de sus célebres frases cuelgan de la exposición, siendo una definitoria de su filosofía de vida: «No me importa vivir en un mundo de hombres siempre que pueda ser una mujer en él».
La actriz fue capaz de lanzar su propia productora en Hollywood, «donde solo los hombres tomaban la iniciativa», apuntó la jefa de exposiciones de la Nieuwe Kerk.
Precisamente a la primera película de su productora, «El príncipe y la corista», pertenece otro de los vestidos de la exposición, «una prenda frágil y a la vez elegante» que, en opinión de Kleiterp, «representa su primer gran éxito».
Marilyn guardaba también las postales que le mandaban sus admiradores, así como los guiones y contratos que firmó con 20th Century Fox. Decenas de cremas y utensilios de maquillaje forman parte de la exposición, pestañas postizas con las que posaba en sus fotos incluidas.
En su biblioteca personal se encontraba «Las raíces del comunismo americano», de Theodore Draper. Según los responsables de la Nieuwe Kerk, su entonces marido, Arthur Miller, ejerció una gran influencia en ella.
Miller llegó a ser acusado de comunista por el macartismo en los años 50, momento en el que 20th Century Fox le pidió a Marilyn que lo abandonara, pero ella lo apoyó públicamente acompañándolo en el juicio, aunque poco después se separaron.
Entre los objetos exhibidos no podía faltar lo único que, según la propia actriz, llevaba para dormir: Chanel Nº 5.
El perfume exhibido en Amsterdam, sin embargo, alberga una historia menos jovial, ya que se trata del frasco que estaba en su habitación la noche que fue encontrada muerta, cuando apenas tenía 36 años. Amsterdam, 1 oct (EFE).-