Por Vilma Filici – filici@filici.com
En días pasados, se disolvió el Parlamento y tendremos casi tres meses de campaña política para las elecciones del 19 de Octubre. Será muy difícil separar la política de la vida cotidiana y de los temas de inmigración, ya que son las políticas de los partidos las que tienen un efecto directo en nuestras vidas.
“No asistiré, gracias por la invitación”, es mi respuesta formal a las frecuentes invitaciones que recibo para asistir a reuniones y picnics de ciertos políticos que nos invitan a sus eventos, quienes quieren hacer presencia en los nuestros para ganar simpatías y votos de nuestra y otras comunidades inmigrantes.
De hecho, la hipocresía de esta gente me molesta y también me molesta la ingenuidad de muchas personas que se sienten alagadas de ser invitadas a asistir. Mi pregunta a estos políticos ha sido ¿por qué me invitan hoy y no me invitaron en los pasados tres años y medio?
¿Dónde estaban estos políticos durante los tres años y medio anteriores cuando se les invitó a eventos de nuestra comunidad? Sus respuestas fueron mayormente como la mía: “I regret to have to decline your invitation due to earlier commitments”.
¿Dónde estaban estos políticos que ahora buscan a las comunidades étnicas cuando se propusieron leyes discriminatorias en contra de las comunidades étnicas? Ninguno de ellos se opuso a que se impusiera un nivel de inglés o francés que supera el nivel de muchos canadienses para poder obtener la residencia, descalificando automáticamente a personas que vendrían de países donde el inglés y el francés no son el idioma oficial.
Me molesta cuando los mismos políticos que votaron a favor de esas leyes, en sus discursos nos tratan de saludar en nuestro idioma. “Buenas tardes amigos”. No eres mi amigo y diciéndome tres palabras en mi idioma natal no te hace mi amigo, al contrario, me ofende que me creas tan ingenua.
Si se sienten tan cercanos a nuestra cultura y a nuestra gente, como lo dicen en sus discursos cuando los eventos electorales se acercan y aparecen en nuestros eventos, ¿por qué votaron a favor de los cambios a la Ley de Ciudadanía que convierte a nuestros hijos nacidos en Canadá, y a los que optamos por nacionalizarnos, en ciudadanos de cuarta categoría que no sólo pueden perder el status de ciudadanos sino que también pueden ser deportados? Un amigo no actúa de esa forma. Un amigo se preocupa de tu bienestar.
La explicación de que estas leyes afectan sólo a grupos extremistas no es satisfactoria, porque como “grupos extremistas” puede catalogarse a cualquier grupo o persona que tenga una posición distinta a la posición del gobierno de turno.
En este momento pienso que yo particularmente no debería preocuparme de que este artículo me pudiera ocasionar problemas porque supuestamente La Carta de Derechos y Responsabilidades del Ciudadano me garantiza la libertad de expresión. Tampoco debería tener que preocuparme cada vez que mi hija sale a una demostración sobre el cambio climático, a pesar de que a las personas que se preocupan por el medio ambiente un ministro del gobierno los catalogó como “terroristas del medio ambiente”.
Sin embargo, me preocupa que sería de mi hija nacida y criada en Canadá si fuera deportada a un país desconocido, como también me preocupa cuando una situación como esta le sucede a cualquier otra persona.
Prácticamente podríamos decir que estamos viviendo en una dictadura democráticamente electa que justamente llegó al poder por la ingenuidad de las comunidades étnicas que creyeron en los discursos y agradecieron las visitas de los políticos en sus eventos durante el periodo de elección, y los recompensaron con votos. Esos votos, y con ellos la obtención de un gobierno de mayoría, le dio al actual partido en el poder la posibilidad de demostrar quiénes realmente son.
Porque el actual gobierno está constituido por un grupo de hombres y mujeres que no aprecian verdaderamente al inmigrante, solamente lo usan. Lo usan para llegar al poder, lo usan para venir a hacer los trabajos que nadie más quiere hacer, y luego los regresan a sus países de origen sin darles la oportunidad de permanecer en Canadá. Este es un gobierno que al parecer no asume que los seres humanos, no importa de qué país vengamos, no somos desechables.
En realidad pareciera que nos consideran tan tontos y nos tienen tan poco respeto que creen que nos van a engañar otra vez en este nuevo periodo electoral. Pero queda en cada uno de nosotros recordar el pasado y no caer en la trampa nuevamente. También queda en nosotros el tener claro que estos hombres y mujeres son funcionarios públicos a quienes elegimos y pagamos un sueldo, que no son estrellas de cine, y que no todos merecen admiración y respeto.
No tenga duda que estos políticos, durante el resto del verano, vendrán a todos los eventos de la comunidad y le darán la mano. Pero recuerde que el gobierno fue disuelto y, por tanto, a menos que por una situación especial se tenga que reabrir el Parlamento, estas personas ya no son ministros ni funcionarios federales. Ahora son solamente políticos tratando de obtener su voto.
Ese voto se lo van a pedir a través de todas las formas posibles, incluso hablándole algunas palabras en español. Pero antes de dárselo, no olvide preguntarle exactamente cuál es la posición que tiene con respecto a las leyes antiinmigrantes que se han pasado recientemente en el Parlamento.
Si ese político votó en contra de esas legislaciones que bien se podrían catalogar como racistas, o si se compromete a revocarlas una vez que el partido al que pertenece llega al poder, definitivamente merece el voto de un inmigrante como usted. Pero si ese candidato que busca su voto estuvo a favor de esas leyes discriminatorias, o si no está dispuesto a revocarlas, definitivamente no merece el apoyo de nuestra comunidad inmigrante.
En estas elecciones haga valer su voto a favor suyo, de su familia y de su comunidad inmigrante.