Visiblemente agotado, el náufrago salvadoreño José Salvador Alvarenga volvió hoy al calor familiar en su país, donde recibe atención de los médicos para evaluar sus condiciones de salud después de que, según su relato, sobreviviera más de un año a la deriva en el océano Pacífico.
Alvarenga, de 37 años, volvió a El Salvador al final de una larga jornada en avión que comenzó el lunes en las Islas Marshall (donde había sido rescatado el 30 de enero pasado) y que le llevó también a Honolulu y Los Ángeles (EE.UU.) en su camino de regreso a casa.
Culminó así la larga aventura del salvadoreño, quien apareció la semana pasada en un arrecife de las Islas Marshall, unos 13 meses después de que zarpara de México a finales de 2012 en una expedición para pescar tiburones en aguas de El Salvador con un compañero que, según la versión del superviviente, murió meses después en alta mar.
Alvarenga se mostró este martes agotado y conmocionado, y apenas pudo susurrar: «no hallo qué decir», en una breve aparición ante más de un centenar de periodistas locales y extranjeros que le esperaban en el aeropuerto internacional El Salvador, unos 44 kilómetros al sur de la capital.
El náufrago fue llevado ante la prensa en una silla de ruedas, vestido con camiseta azul oscuro, pantalón verde olivo y zapatos deportivos, y con gestos indicó que no podía hablar y fue retirado.
De inmediato fue llevado en una ambulancia al estatal hospital San Rafael, de Santa Tecla, cerca de San Salvador, donde un equipo médico «multidisciplinario» le someterá a diversos exámenes, tras una primera revisión en el aeropuerto, explicó la viceministra de Salud, Violeta Menjívar.
La funcionaria relató a Efe que Alvarenga «lloró mucho» en la reunión privada que mantuvo en el aeropuerto con ella y el canciller salvadoreño, Jaime Miranda, entre otras autoridades.
Sin embargo, comentó que también «bromearon» y que Alvarenga dijo estar feliz de regresar, sobre todo porque volverá a ver a su hija, Fátima, quien aún era una niña cuando él se fue de El Salvador hace más de 15 años hacia México.
Menjívar apuntó que, según la evaluación preliminar que se le hizo en el aeropuerto, Alvarenga tiene signos vitales «completamente normales», aunque está «tenso» y «cansado», y tiene el pulso «un poquito elevado por su estado emotivo», todo lo cual consideró como normal después de lo que ha pasado.
La viceministra añadió que el tiempo que el náufrago permanecerá en el hospital dependerá de sus condiciones de salud.
El director del hospital, Yeerles Hernández, manifestó a periodistas que en ese centro estaba previsto el reencuentro de Alvarenga con sus padres, José Ricardo Orellana y María Julia Alvarenga, y con su hija Fátima.
Una tía y dos primas de Alvarenga también llegaron al aeropuerto a recibirlo.
El canciller Miranda dijo en una declaración ante la prensa en el aeropuerto que Alvarenga «ha protagonizado una sorprendente travesía por el Pacífico» y resaltó que, «finalmente, después de este difícil y agotador viaje, se encuentra en su tierra».
Miranda agradeció a las Islas Marshall, México, Estados Unidos y a la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) por su colaboración para garantizar la repatriación de Alvarenga en «forma ordenada y digna».
En tanto, en el pueblo costero de Garita Palmera, departamento de Ahuachapán (oeste de El Salvador), familiares, amigos y vecinos esperaban al náufrago en su casa, donde colocaron un rótulo con la leyenda «Bienvenido a casa», globos azules y blancos, y otros adornos.
Alvarenga apareció a finales de enero en un arrecife de las Islas Marshall y fue trasladado a Majuro, la capital de ese país del Pacífico Sur.
Según su relato, se pasó más de un año solo en el Pacífico en una embarcación de siete metros y sobrevivió a base de peces, aves y tortugas, después de que el viaje de pesca con su compañero mexicano se torció por culpa de una tormenta que los alejó de la costa y los dejó a la deriva en el Pacífico.
El 30 de enero de 2014, el barco reapareció en un arrecife cerca de Ebon, un remoto atolón de las Islas Marshall, donde los lugareños encontraron a Alvarenga y tuvieron problemas para comunicarse con él porque sólo hablaba español.
A su llegada a la isla, visiblemente desesperado, un niño ayudó a Alvarenga con sus pocos rudimentos del español aprendidos en «Dora la exploradora» para explicar su odisea mientras engullía unas tortitas que le habían ofrecido.
Las autoridades de las Islas Marshall enviaron un barco a Ebon para trasladarlo a Majuro, donde comenzó el también largo camino de regreso a El Salvador.
San Salvador, 11 feb (EFE).-