Extremistas islámicos y milicias étnicas mataron a más de 450 civiles en el centro de Mali el año pasado, siendo el año más mortífero en el país africano desde el comienzo de la crisis en el 2012, denunció el grupo Human Rights Watch.
Los milicianos incluso bajan a hombres de los autobuses y los matan basados en su raza o etnia a la que pertenecen, denunció la organización de derechos humanos señalando la manera en que los islamistas han exacerbado las tensiones entre comunidades que hasta ahora vivían relativamente en paz.
Los islamistas han estado reclutando hombres de la etnia Peuhl mientras que las milicias rivales Dogon están siendo acusadas de apoyar la ofensiva militar contra los yihadistas.
De las 456 muertes civiles documentadas por HRW, 116 fueron atribuidas directamente a los extremistas islámicos. Los otros 340 fueron actos de violencia comunal perpetrada por milicias étnicas, y el reporte advierte que la verdadera cantidad víctimas no se sabe.
“Grupos armados están matando, mutilando y aterrando a comunidades en todo el centro de Mali sin ningún temor a ser llevados a justicia”, expresó Corinne Dufka, directora de África Occidental para HRW. “Las repercusiones por la gran cantidad de vidas deshechas está aumentando a medida que continúa el mortífero ciclo de violencia y venganza”.
En un incidente el año pasado, dijeron testigos, los yihadistas detuvieron a dos vehículos de transporte público que traían de regreso a gente que estaba en un mercado cercano. Los milicianos sacaron a rastras a 11 de los hombres que eran del grupo étnico Dogon.
Fueron luego encontrados siete cadáveres, con balazos en la cabeza; los otro cuatro nunca fueron hallados, dijeron fuentes policiales a la organización de derechos humanos.
Un operativo militar dirigido por Francia derrocó a yihadistas del norte de Mali en el 2013, pero los radicales se dispersaron y se reagruparon. Para el 2015, se habían infiltrado al sur y habían comenzado a reclutar a gente de la etnia Peuhl.