El primer candidato en el mundo con síndrome de Down en postularse a una banca en el Congreso tiene una campaña austera, cuyo principal imán publicitario es la representación de un grupo históricamente marginado.
Un fajo de volantes que introduce en su bolsillo y un cartel con su rostro es todo lo que lleva el peruano Bryan Russell cuando camina por las calles de Lima en busca de votantes.
Afirma que las personas con habilidades especiales son “despreciadas”, pero que su eventual elección en los comicios legislativos de enero cambiaría “muchísimo” esa imagen.
En una entrevista con The Associated Press, el joven de 27 años dijo que intenta “romper con el paradigma” de que la gente con síndrome de Down no puede ser independiente.
Un fajo de volantes que introduce en su bolsillo y un cartel con su rostro es todo lo que lleva el peruano Bryan Russell cuando camina por las calles de Lima en busca de votantes.
Afirma que las personas con habilidades especiales son “despreciadas”, pero que su eventual elección en los comicios legislativos de enero cambiaría “muchísimo” esa imagen.
En una entrevista con The Associated Press, el joven de 27 años dijo que intenta “romper con el paradigma” de que la gente con síndrome de Down no puede ser independiente.
“No somos pobrecitos, ni angelitos”, comentó pronunciando con esfuerzo cada palabra mientras busca mejorar su dicción mediante ejercicios diarios que incluyen colocarse lapiceros y corchos en la boca.
Pero al mismo tiempo “soy alguien limpio, honesto, transparente”, subrayó acariciando con sus dedos a su mascota, un perro de pelo blanco llamado Amor que recogió de la calle.
Una tarde reciente el candidato llegó a una plaza preferida por los peruanos para conversar de política. Pese a que su partido Perú-Nación es de centroderecha, fue invitado a hablar en un foro izquierdista y allí pidió que, sin importar los colores políticos, se luche por los discapacitados.
“Necesitamos una educación de calidad, también más trabajo”, dijo Russell, quien en 2014 se convirtió en el primer peruano con síndrome de Down en culminar una carrera universitaria.
Según cifras oficiales, existen tres millones de peruanos con algún tipo de discapacidad, pero no hay desagregados y no se sabe la cifra con síndrome de Down. La historiadora Liliana Peñaherrera estimó que podrían ser hasta 25.000, según el cruce de las tasas de natalidad y mortalidad.
A nivel global, la Organización Mundial de la Salud calcula que la incidencia estimada del síndrome de Down se ubica entre 1 cada 1.000 a 1 cada 1.100 recién nacidos.
Los prejuicios que afrontan en Perú las personas con este síndrome son diversos: que no se desarrollan de forma plena, que son niños grandes y que no pueden tomar sus propias decisiones, dijo la psicóloga Patricia Andrade, de la Sociedad Peruana de Síndrome de Down.
De este modo, añadió, muchos viven al margen de la vida política y económica porque con frecuencia los futuros empleadores prefieren a otros con discapacidad motora y sensorial para completar la cuota de entre 3% y 5% que exige la ley en los centros laborales de más de 50 personas.Pese esa vida invisible, las personas con discapacidad lograron un triunfo legal el año pasado cuando Perú modificó sus leyes para permitir que los discapacitados ejerzan sus derechos sin un intermediario que los represente. Antes debían tener un “curador” para casarse, votar, firmar un contrato de trabajo, ejercer la patria potestad, comprar, vender y sacar una tarjeta de crédito.
“Quiero que las personas con mi condición tengan voz”, dijo el candidato que estudió Ciencias de la Comunicación en la universidad peruana San Ignacio de Loyola y que afirmó que sus padres jamás lo sobreprotegieron y buscaron que él desarrolle su propia independencia.
“He aprendido a leer y a escribir, a caminar, correr y comer, en pocas palabras a valerme por mí mismo”, agregó en un texto sobre inclusión social que escribió para una de sus presentaciones.
Su madre, una profesora de inglés llamada Gladys Mujica, aseguró que su hijo, gane o pierda, “es un símbolo para mucha gente que realmente necesita ser visible en el mundo”.
En un país azotado dos años consecutivos por escándalos de corrupción ligados a la constructora Odebrecht -que incluso llevaron al suicidio de un expresidente-, la candidatura de Russell es recibida con interés por los peruanos.
“Él busca lo mejor, los ‘normales’ buscan cómo llevarse (robarse) las cosas del país, ésta una diferencia muy grande”, dijo Carlos Maza, un jubilado que aseguró que votaría por él. “Hay que darle la oportunidad”, añadió Elena Saavedra, una secretaria que le estrechó la mano.
Con un electorado profundamente desinteresado en la política y en el que sólo el 10% simpatiza con un partido, de acuerdo con el Proyecto de Opinión Pública de América Latina 2019, las chances de Russell de resultar electo no son claras, pero su candidatura ha sido celebrada por organizaciones mundiales y activistas.
Michelle Sie Whitten -presidenta de la organización estadounidense Global Down Syndrome Foundation con sede en Denver, Colorado- dijo a la AP que la candidatura de Russell “está demostrando al mundo que necesitamos diversidad en todas las áreas de la sociedad”.
El antecedente más inmediato de una persona con esta condición en la actividad política se registró en 2013 en el municipio español de la provincia de Valladolid cuando Angela Bachiller, de 30 años, se convirtió en la primera concejal con síndrome de Down del mundo.
Peñaherrera, fundadora hace tres décadas de la Sociedad Peruana de Síndrome de Down, afirmó que la candidatura de Russell contribuye a visibilizar las condiciones de vida de un colectivo por lo general “discriminado, invisibilizado, ninguneado y sin mayores oportunidades”.
Si es electo “lo que toca es ejercer vigilancia ciudadana como con cualquier otro político”, dijo Peñaherrera.